“Fue una noche de parranda, donde la pasamos muy bien”, comentó a través de la radio, a la vez que la imaginación sostiene la imagen de un Gabo iluminado, deseando muchos años más para seguir contando sus historias.
Javier García Márquez conoce muy bien a su hermano. “Es un amiguero, está siempre dispuesto a tener nuevos amigos. Claro que habrá los más antiguos de su infancia, su adolescencia y los periodistas que tendrán un lugar especial pero los amigos posteriores a Cien años de soledad – él suele hacer esa división en el tiempo– son igual de queridos por él”, confió. “Gabito es un tipo cálido y amoroso”, resaltó.
En cuanto a la calificación de “brujo” que pesa sobre el escritor, su hermano Javier, asintió: “Es una bonita definición”, manifestó. “Para nosotros los brujos tiene una connotación de mito y alegría. Tienen la particularidad de adivinar el destino y en el caso de Gabito no sólo está en la pluma sino que creemos que es clarividente y por eso le decimos boca de chivo, es decir lo que dice se cumple”.
Y no tardó en dar un ejemplo. “Una vez lo fui a buscar a Barranquillas, iba rumbo a su casa y me perdí. En eso viene un señor, estaba muy oscuro, paré el carro y la sorpresa fue que era Gabito. Quedé frío y le dije que no me cuente lo que había pasado”, expresó Javier todavía con la incertidumbre fresca en la voz.
Finalmente, en referencia a los planes más cercanos de Gabriel García Márquez, respondió: “Gabo tiene 80 años, vive el presente porque el futuro puede ser más incierto” Y en relación a la posibilidad de que pase sus últimos días en suelo argentino, tal cual una persona lo predijo, Javier sostuvo: “Siempre ha manifestado una tremenda alegría por los argentinos, incluso la versión oral de Crónica de una muerte anunciada la pensó allí”.