La escuela es considerada un puntal básico en la República de Francia desde la constitución de un Estado laico, debido a su importante papel en la gestación de una conciencia nacional colectiva, y en la expansión del idioma.
Sin embargo a lo largo de su historia tuvo una serie de avances con importantes logros, pero también retrocesos y asignaturas pendientes. El sitio Aula Planeta describió las principales características del sistema educativo francés.
La educación es obligatoria y gratuita entre los 6 y los 16 años. Tras los tres años de educación infantil optativa en l’École maternelle, todos los niños y niñas deben escolarizarse en l’École élémentaire para cursar los ciclos educativos comprendidos en este periodo formativo, que dura cinco años.
A los once años de edad comienza la secundaria, que se divide en dos periodos: el primero, que se cursa en los llamados còlleges, ofrece una serie de contenidos troncales, básicos y obligatorios. Y durante el segundo, impartido en los lycées, los alumnos pueden elegir entre un itinerario general u otro tecnológico. Aprobados con un examen específico, se obtiene el título de bachiller, que permite el ingreso a la universidad en escuelas o institutos públicos para obtener una profesión.
Los contenidos de las asignaturas son supervisados y aprobados por el Ministerios de Educación Nacional y de Enseñanza Superior e Investigación. No obstante, el sistema está bastante descentralizado en cuanto a gestión. Por caso, la educación primaria corre a cargo de los municipios, y existen niveles administrativos educativos intermedios entre ambas jurisdicciones.
Los resultados de la escuela francesa según el informe PISA la sitúan por encima de la media de los países de la OCDE: dos puntos por encima en competencias científicas, seis en lo que a comprensión lectora se refiere, y tres en competencias matemáticas.
La escuela pública goza de prestigio y recibe al 80% de los alumnos en edad de escolarización obligatoria. El sector privado recibe al resto con una ayuda estatal.
Existen iniciativas para incrementar la futura integración laboral del alumnado, como prácticas obligatorias de aprendizajes en empresas para los estudiantes de secundaria superior, e introducción del enfoque de emprendimiento en el currículo general. Esto ha ayudado a bajar la deserción escolar.
La educación secundaria recibe el apoyo de centros de “educación prioritaria”, destinados a alumnos cuyo grado de indisciplina o falta de integración han llevado a las autoridades educativas a traspasar su formación a estos centros, que durante el curso 2016-2017 ya integraban al 20% del alumnado de secundaria.
La educación escolar de los recién llegados en edad de ser escolarizados está garantizada, y pese a las críticas de muchos franceses, el porcentaje de inmigrantes de primera generación en las aulas no alcanza el 10% del total del alumnado escolarizado en el país.