María Solana Bauza tenía un deseo y un sueño antes de viajar a Perú. El primero, que era trabajar como voluntaria en un hospital de Piura, pudo llevarlo a cabo. El otro, conocer la majestuosidad de Machu Picchu, también llegó a concretarlo, pero en el camino de regreso una gran piedra se desprendió de un cerro e impactó de lleno la combi en la que viajaba. La roca dio justo en el costado en el que ella viajaba y le causó heridas mortales.
María Solana tenía tan solo 21 años, tenía pasión por la fotografía y estudiaba la carrera de psicología en Santa Fe. En Coronda, su pueblo, todos la llamaban cuando había un evento para que tome fotos. A llá iba ella con su cámara.
Los que la conocían, aseguran que esta muchacha santafesina “era puro corazón”. Ese sentimiento se visualiza en una de sus últimas acciones: cambió sus vacaciones por un trabajo voluntario en un hospital de Piura, en el norte de Perú, donde hay pacientes con distintas discapacidades. Viajó el 27 de enero y pasó dos meses trabajando para una ONG en ese paraje.
Pero en el final de su viaje, casi con timidez, se guardó un pequeño-gran gusto: conocer Machu Picchu. La joven llegó a recorrer las imponentes ruinas, pero el destino, la mala suerte, o lo que sea, se interpuso en su camino de retorno.
"Estamos destrozados. La estábamos esperando. Nos quería contar muchas cosas del viaje. Estaba tan emocionada con su trabajo como voluntaria. No podemos creer este final", contó al diario La Nación, Rubén Castagno, la pareja de la madre de Solana.
La familia de la joven, que vive en Coronda, Santa Fe, se preparaba anoche para viajar a primera hora de hoy a Perú, para poder traer al país cuanto antes el cuerpo de su hija.
Solana había cumplido 21 años el 2 de enero. Tenía un hermano mayor, Nahuel, de 26 años. Su mamá, Liliana Oyarzabal, está en shock desde el domingo por la tarde, cuando recibió una llamada de la coordinadora de la ONG en la que su hija trabajó como voluntaria.
Apenas terminó el secundario, Solana se inscribió en la Universidad Católica de Santa Fe para estudiar psicología.
Su sueño era llegar a Machu Picchu. Por eso se anotó en una excursión que ofrecía llevarla por los caminos de cornisa que unen Cusco con la ciudad inca. Le daba justo el tiempo, ya que había terminado su trabajo como voluntaria el viernes y tenía pasajes para volver al país hoy. Llegó a recorrer las ruinas, pero en el camino de regreso, un desprendimiento acabó con sus ilusiones.
El camino por el que circulaban se conoce como la vía alterna, y es desaconsejado por los operadores turísticos argentinos que ofrecen recorridos por Perú, por ser considerado altamente peligroso.
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