Las cataratas constituyen, junto a la degeneración ocular asociada a la edad (DMAE) y el glaucoma, la primera causa de ceguera en todo el mundo. Concretamente, las cataratas se producen por un aumento de la opacidad del cristalino, lo que dificulta el paso de la luz a la retina y, por ende, la llegada de la información visual al cerebro. El resultado es que los afectados, en su inmensa mayoría personas mayores –las cataratas pueden desarrollarse a cualquier edad, habiendo incluso casos de niños afectados ya en el momento de su nacimiento–, sufren una pérdida progresiva de la visión. La buena noticia es que las cataratas se pueden operar. De hecho, cada año se realizan en España más de 400.000 operaciones de cataratas, lo que hace que esta intervención sea la más frecuente de todas las que se llevan a cabo en nuestro país. Además, se trata de una operación cuyos beneficios van más allá de la mejora de la capacidad visual. Y es que como muestra un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU.), la operación de cataratas se asocia con una reducción del riesgo de la mortalidad tanto general como asociada a distintas enfermedades específicas. O así sucede, cuando menos, en mujeres.

Como explica Anne L. Coleman, directora de esta investigación publicada en la revista "JAMA Ophthalmology" y reproducida en abc, "en nuestro trabajo, la operación de caratas se asoció con un menor riesgo de mortalidad general y causa-específica en mujeres mayores. Sin embargo, la razón para esta asociación permanece desconocida".

Más allá de la visión

Los resultados de la investigación realizada en mujeres, mostraron que la intervención se asoció con una reducción de hasta un 60 % en la mortalidad general –o por cualquier causa–. Y asimismo, que las pacientes operadas tenían un riesgo entre un 37 % y un 69 % menor de fallecer a consecuencia de una enfermedad pulmonar, infecciosa, neurológica, cardiovascular y oncológica.