El dato curioso de la detención de Máximo Ariel Cantero, apuntado como líder de la banda Los Monos, es la cisrcuntancia en la que fue hallado. El hombre de 50 años se trasladaba en un carro de ciruja, tirado por un caballo, apenas pasado el mediodía en la zona oeste de la ciudad. Pero esto no fue sorpresa para las fuerzas de seguridad que lo apresaron.
“El Viejo Ariel”, tal como se hacía llamar, había elegido ese modo de vida, lejano a la ostentación, para evitar llamar la atención de la policía, que lo buscaba desde el 31 de mayo de 2013.
En dirección opuesta a “Monchi” Cantero, otro de los cabecillas de la organización que dio notas y fue mencionado en escuchas y nuevas investigaciones, poco y nada se supo de “El Ariel” en este tiempo. Aseguran que mantuvo el bajo perfil y la austeridad de siempre.
Informes de Inteligencia Criminal cultivaban un mito: describían que “El Viejo Ariel” permanecía temporalmente en su barrio y se acercaba a su familia haciéndose pasar por un hombre en situación de calle. Muchos sugerían que se movía en bicicleta. Incluso historias de años atrás lo ubican en favelas de Río de Janeiro.
Los uniformados estuvieron cerca de dar con este personaje intensamente buscado el miércoles 8 de abril de 2015. Un equipo táctico de la Policía de Investigaciones (PDI) lo fue a buscar a las 8 de la noche a un asentamiento precario de Felipe Moré y Garibaldi. Sólo encontraron una bicicleta que le atribuyen.
Tanto en ese allanamiento como en los anteriores, los investigadores siempre tuvieron algo en claro: que los Cantero que se mantenían prófugos tienen un sistema de “alertas tempranas” que les permiten huir a tiempo si se acerca un grupo táctico o efectivos de civil. También hay mitos de túneles, pero esto es algo más casero: amigos, vecinos y lugartenientes que hacen postas y pueden advertirles si hay movimientos.