Menos del 10% de la población hereda la longevidad de sus antepasados. Así lo demuestra un análisis de 54 millones de árboles genealógicos, que permitió conocer año de nacimiento y muerte, lugar y lazos sanguíneos de 500 millones de individuos. En cambio, la elección de la pareja sí puede ser un factor que puede determinar cuánto vivirá una persona.

Anteriormente, otros trabajos científicos habían establecido que existía entre el 15% y el 30% de heredabilidad en la esperanza de vida. Pero algunas investigaciones encontraron la correlación no entre parientes cosanguíneos sino entre esposos, lo cual indica que se podría confundir la predisposición genética con la importancia de compartir un mismo ambiente o el hecho de elegir como pareja a alguien con rasgos similares a los nuestros.

De hecho, un equipo de investigadores de Ancestry, compañía norteamericana que dispone de millones de registros genealógicos en Estados Unidos y Europa, realizó un estudio partiendo de la hipótesis del 15-30% de heredabilidad, pero se percataron de que los patrones de longevidad se repetían a menudo entre parientes políticos, sin ningún lazo consanguíneo.

De esta forma concluyeron que el hecho de que en la familia haya varios nonagenarios o centenarios no predispone genéticamente a vivir muchos años. No obstante, el compartir factores socioculturales como clase social, ingresos y costumbres sí pueden incidir en que se viva más o menos, según publicó la revista Genetics.

Lo curioso del caso es que la correlación en la esperanza de vida también se daba entre parientes políticos más lejanos, que no compartían hogar ni, claro está, ADN. La explicación, creen, estaría en la búsqueda de pareja con rasgos parecidos a los propios.