En los ‘70 la medicina reproductiva no contaba con aceptación dentro del ambiente académico, en Gran Bretaña; es por eso que Robert Edwards, un biólogo pionero en la investigación en medicina reproductiva y fecundación in vitro, junto al Patrick Steptoe, tuvieron que migrar a un centro privado para seguir adelante con su investigación a la que coronaron con éxito cuando una paciente que carecía de trompas pudo quedar embarazada. El 24 de julio de 1978, nacía Louise Brown, la llamada primer bebé de probeta. Una fecha clave en Medicina Reproductiva.
Este recorrido desemboca en marzo de 1986, cuando “nace nuestro primer bebé concebido mediante técnica de fertilización in vitro. Manuel fue el primer nacido en el interior y el segundo de Argentina con escasos tres meses de diferencia”, afirma Carlos Morente.
La técnica fue conocida como FIV, Fertilización In Vitro. El Dr. Carlos Morente, médico ginecólogo de Proar Centro Médico - Programa de Asistencia Reproductiva de Rosario respondió algunas consultas al respecto.
―Su grupo, como los centros de investigación del mundo, ¿siguó avanzando en la investigación incorporando las nuevas tecnologías?
―Es asombroso; en aquel período que va desde el año 1980 a 1988, el gran tema eran los resultados: con la fertilización in vitro, se alcanzaba el 12 al 14%. Esto era lo mejor que podía ofrecer el método. Pero a fines de los 80 se incorpora el GIFT como un nuevo método; al igual que un regalo, este método pasó a constituirse en la otra gran variante; se tomaban óvulos de una mujer y se lo juntaba con espermatozoides de su pareja, ya preparados y a ese conjunto óvulo-espermatozoides, se lo colocaba en la trompa para que se unieran de manera espontánea.
― ¿Cuál era la diferente entre ambos métodos?
― La fertilización in vitro (FIV) tomaba los óvulos, los juntaba en un plato de cultivo, los tenía ahí uno o dos días para permitir su desarrollo y recién después los ponía en el útero. Esta nueva variante, el GIFT, los juntaba y en el mismo momento los introducía en la trompa para que hicieran el proceso por su cuenta, lo que exigía una cirugía laparoscópica, ya que es la única manera que tenemos de acceder a las trompas. Terminó imponiéndose la fertilización in vitro, la que se sostuvo en el tiempo, mientras el GIFT fue perdiendo fuerzas.
― Ante cada avance, nuevos escollos y otros desafíos…
― El gran escollo pasó a ser el hombre, cuando sus espermatozoides no lograban acceder al óvulo. Se intentaron varias técnicas, una de las cuales era hacer pequeños orificios en el óvulo, adelgazando la llamada zona pelúcida, para facilitar la penetración del espermatozoide. Este sistema se mostró ineficaz; hasta que en Bélgica, el médico italiano Giampiero Palermo, intentando poner espermatozoides entre la membrana y la zona pelúcida, se le va la aguja y el espermatozoide entra en el óvulo; en lugar de descartar esta intervención, Palermo lo deja, espera, y al cabo de unos días, el óvulo fertiliza; lo trasfiere y se logra el primer embarazo mediante esta técnica, en el año 1995.
Ese mismo año invitamos al doctor Giampiero Palermo quien estuvo trabajando con nosotros, haciendo procedimientos con su técnica, en el mismo año de haberlo logrado con éxito en Europa. Biólogos del país, junto a colegas de nuestro medio, pudieron acceder a trabajar con el iniciador de esta técnica.
Este fue un hecho significativo en la reproducción humana, ya que esta técnica se comportó como un método eficaz; al permitirles a los hombres que no podían producir cantidades de espermatozoides, con alguno hallado en testículo o en epidídimo, se los intentara fertilizar en el óvulo de su pareja.
Esta técnica, ICSI (Inyeccción IntraCitoplasmática de espermatoziodes), permitió incorporar conocimientos sobre cómo recoger el óvulo, cómo recuperar espermatozoides hizo que se puedan incluir a personas que desde el principio no tenían posibilidades de embarazar a sus parejas.