Toda la escena fue extraña. Un colectivo para a mitad de cuadra; el chofer se levanta, discute con un pasajero al que consigue sacar del coche. Pero el pasajero no se rinde, salta y vuelve a subir. El colectivo arranca, hace 20 o 30 metros; se lleva puesto el cartel electrónico de la parada de Mendoza y Francia, y termina en la vereda, contra una casa.
Todo transcurre muy rápido. Nicolás, que estaba en la puerta de su casa esperando a un amigo que estaba por llegar y ya había llamado al 911 al ver la discusión en el interior del colectivo, sube al coche, les dice a los pasajeros que se bajen rápido y actúa sin demoras: le practica maniobras de RCP al chofer, que está tendido en el piso, sin pulso ni respiración.
El Sies llega a los pocos minutos. Los médicos actúan con una destreza que a Nicolás le produce admiración. Enzo, el chofer, viaja en ambulancia al Hospital Centenario. Nicolás siente tensión en todo su cuerpo. Y piensa que nada es casualidad.
“Hice lo que había que hacer. Me parece que no hay que aplaudir estos gestos. Son importantes pero es lo que tenemos que hacer. No soy un superhéroe”, dice al otro día, ya más tranquilo, con calma y naturalidad, Nicolás Lucero, oriundo de San Luis, estudiante de quinto año de Medicina y pasante del Sies, entrevistado en el programa Radiópolis, de Radio 2, sobre su actuación en el caso del chofer que se infartó tras una discusión con un pasajero.
Salvaste una vida, le dicen desde el otro lado. Nicolás lo relativiza, y habla de la gran destreza de los médicos del Sies. Y termina con humildad: “Estoy arrancando esto; la primera vez que hice RCP a alguna persona fue anoche”.
Nada es casualidad.