Los productores cuentan su verdad. La necesidad de prender fuego los pastizales. Los peligros de no hacerlo. Y denuncian la ausencia del poder político para pensar opciones alternativas. “¿Por qué no se ponen a trabajar en soluciones en lugar de perseguirnos?”, lanzan
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Damián |
Por Ricardo Robins
“¿A vos te parece que esto está mal?”, pregunta un productor ganadero que tiene cientos de hectáreas en la isla mientras se agacha a prender fuego unos pastizales. Hace un tiempo que, como él, otros propietarios de tierras entrerrianas ubicadas frente a Rosario buscan la solución al dilema no resuelto del fuego: cómo realizar esa práctica habitual y necesaria para su actividad sin enfrentarse con la gente que vive en la ciudad y padece el humo y las cenizas.
La quema de pajonales isleños, explica uno de ellos, no sólo es fundamental para que pasado el invierno y antes de que lleguen las lluvias de la primavera pueda germinar el verde sobre las zonas secas (que es la comida del ganado), sino que se convierte en una acción indispensable para “limpiar el campo”. Es decir, prevenir que las zonas de pajas secas y cerradas se conviertan en nidos de ratas y víboras, tal cual lo establece además la ley provincial 9.291. “Hace tres meses se murió en el Charigüe una chica de hantavirus. Eso la gente no lo sabe, pero nosotros tenemos que controlar a las ratas porque convivimos con ellas. Lo mismo pasa con las yararás, cuya mordedura es mortal”, describe.
Otro de los puntos que señala el productor es que los pastos secos, como pudo comprobar Rosario3.com en una visita a su campo, alcanzan los dos metros y forman una zona densa de difícil acceso (ver video). “Acá más de una vez se me perdió un ternerito. Se queda atrapado y como no lo ves, se te muere”, cuenta Juan, que hace las veces de guía a caballo por el campo.
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El recorrido por las cientos de hectáreas del campo durará unas tres horas. Allí, surge el contraste claro entre las zonas que ya fueron quemadas y las que no. Una son aptas para la producción, las otras no.
El conflicto, que ya provocó varios cruces entre funcionarios de Entre Ríos y Rosario, parece no tener solución; El propio Gustavo Spadillero, delegado de Islas de Entre Ríos, reconoció este martes que la situación "es incontrolable".
"Nosotros necesitamos desmalezar. No queremos seguir prendiendo fuego, estamos de acuerdo con el progreso. Pero, ¿cómo hacemos?, acá es muy complicado ingresar maquinaria, hay zonas que sólo se llega a caballo”, insiste el productor, que después agrega: “Buscamos una opción pero los políticos nunca nos la dieron. Ahora nosotros vamos a acercar una propuesta. Que el Estado nos ayude a traer las maquinarias especiales, mediante subsidios o créditos blandos, para desmalezar las zonas más accesibles y el resto, lo más complicado, realizarlo con pequeñas quemas controladas”.
Según asegura el encargado de la Brigada Contra el Fuego de Entre Ríos, comisario Hugo Kos, este año no se produjeron incendios descontrolados de grandes proporciones aunque sí se realizaron denuncias, como la que presentó la firma concesionaria del puente Rosario-Victoria este lunes, por quemas cerca de la traza que reducen la visibilidad y pueden provocar accidentes (tal cual que ocurrió en la autopista Rosario-Santa Fe este martes).
La quema controlada está prevista y regulada por ley, pero el problema, según Kos, son los incendios fuera de control. Además, señala, "sí existen alternativaspara evitar la gran cantidad de quemas” y relativiza el impacto ambiental del humo.
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Para los autores del estudio “Informe Ciudadano sobre la Situación Nacional de los Contaminantes Orgánicos Persistentes”, Cecilia Bianco y Luis Campa, la quema de pastizales es uno de los factores que aporta a la contaminación del medio ambiente, aunque es ínfimo comparado con la actividad industrial. “Diría que no más del uno por ciento del total”, confió Bianco.
Las sanciones, que van desde los cinco mil pesos a la cárcel, contra los dueños de los campos donde se quema (que vendrían a ser casi todos en la isla) no parece la solución al conflicto. “Eso es política, no preocupación sincera. La semana pasada acá bajó el helicóptero y yo los eché de mi campo. ¿Por qué no se ponen a trabajar en soluciones en lugar de perseguirnos?”, se molesta el productor, quien adelanta que se realizará en los próximos días una reunión para fijar una postura común de los propietarios frente al tema.
Mientras tanto, cuando todavía no se logró un acuerdo con los actuales propietarios (en las islas hay unas 180 mil cabezas de ganado distribuidas en 300 mil hectáreas), el arrendamiento de 130 mil hectáreas más por parte de la provincia de Entre Ríos (algunas son readjudicaciones, otros son terrenos no explotados) generaría una nueva escalada de quemas, más aún por la sequía que sufre la isla y que reproduce los sectores aptos para que avance el fuego. Una vez arrendadas las tierras, esto ha quedado claro, será tan difícil controlar la actividad de los productores como proteger los humedales isleños, uno de los cinco más importantes del mundo.