Trabajar de noche o por turnos perturba los relojes biológicos sectoriales del organismo hasta tal punto que la comunicación entre el cerebro y algunos órganos vitales termina por enmarañarse completamente, según una investigación de la Universidad de Washington.
Nuestro cuerpo posee un reloj central, llamado biológico o interno, que regula los mecanismos bioquímicos y fisiológicos del organismo, otorgándoles un ritmo acompasado con el entorno. Este ritmo, de vigilia y sueño, dura 24 horas y se llama circadiano.
El reloj biológico está formado por dos pequeños núcleos de miles de neuronas que están situados en la base del cerebro. Esos núcleos reciben la información de la luz recogida por la retina, la procesan y envían a los sistemas inmunitario, endocrino, termorregulador y neurológico para sincronizar la actividad del organismo con los ciclos naturales.
Este reloj biológico o circadiano está conectado con otros relojes sectoriales que están distribuidos por todo el cuerpo, en el hígado, los pulmones, el timo, el bazo o las células sanguíneas. Son estos relojes sectoriales los que se ven seriamente afectados por el trabajo nocturno o por turnos.
Desde hace tiempo, los científicos han pensado que las perturbaciones metabólicas observadas en los trabajadores por turnos (unas veces trabajan de día, otras de noche, o por la mañana, o por la tarde) se debían al trastorno que esta actividad variable provocaba en el reloj biológico central.
El nuevo estudio, dirigido por el psicólogo Hans Van Dongen, especialista en el sueño, ha comprobado que los horarios escalonados perturban el funcionamiento de los órganos que regulan los relojes sectoriales, así como su comunicación con el reloj biológico central.
Van Dongen dijo que el próximo paso será averiguar si los ritmos metabólicos cambiados son impulsados por los horarios alterados de sueño y vigilia de los trabajadores por turnos, por el cambio de horario de las comidas, o por ambos.
Una vez que se sepa, los científicos podrían identificar los procesos celulares u hormonales subyacentes, lo que apoyaría el desarrollo de nuevos tratamientos para volver a sincronizar los relojes cerebral y corporales de los trabajadores por turnos, para evitar consecuencias negativas a largo plazo para la salud.
Hasta ahora, el trabajo nocturno se ha asociado a mayores riesgos de obesidad, diabetes, enfermedades cardiacas o cáncer, de seno, próstata o piel. La nueva investigación abre el camino a determinar si existe esta relación, por qué se produce y cómo corregirla.
Fuente: tendencias21.net