Pese a los avances en materia de igualdad de género, todavía el trabajo doméstico invisible, que va desde organizar los horarios de la familia hasta estar pendientes de las necesidades emocionales de los hijos, sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres. Y esto tiene un impacto directo sobre la salud mental de ellas.
A esta conclusión llegó un estudio de la Universidad Estatal de Oklahoma, Estados Unidos, que analizó a 393 norteamericanas casadas o comprometidas con hijos menores de 18 años. “Aunque haya más lavarropas, continúan teniendo la responsabilidad de asegurarse de que el detergente no se agote, toda la ropa sucia se lave y siempre haya toallas disponibles”, graficó la líder del trabajo, Lucía Ciciolla.
“Las mujeres están empezando a reconocer que todavía mantienen la carga mental del hogar, incluso si otros comparten el trabajo físico, y que esta carga mental puede pasar factura”, aseveró la psicólogo a la revista Sex Roles y consignó EFE.
Para analizar cómo el trabajo doméstico invisible afecta la satisfacción de las mujeres con sus vidas y los sentimientos de angustia o vacío, los investigadores establecieron tres grupos de tareas: organizar los horarios de la familia, fomentar el bienestar de los hijos y tomar decisiones financieras importantes.
Casi 9 de cada 10 mujeres respondieron que se sentían las únicas responsables de organizar los horarios de la familia, un porcentaje alto dado que un 65% de las encuestadas tenían un empleo. Además, 7 de cada 10 revelaron que también eran responsables de otras áreas de las rutinas familiares, como la asignación de tareas domésticas.
Por otro lado, la tarea de estar pendientes de las necesidades emocionales de los hijos también recaía casi exclusivamente en dos tercios de las encuestadas y 8 de cada 10 dijeron ser quienes conocían a los maestros de los niños.
Esa labor invisible de ser las administradoras exclusivas del hogar y de buscar el bienestar de los hijos se vinculó fuertemente con la angustia de las mujeres, con sus sentimientos de vacío y también con bajos niveles de satisfacción con su pareja y con la vida en general. “Necesitamos atender el bienestar de las madres si queremos que a los niños les vaya bien, y también por el propio bien de ellas”, destacó la especialista.