El 31 de mayo de cada año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sus asociados celebran el Día Mundial sin Tabaco con el objetivo de mostrar la importancia de la lucha contra la epidemia del tabaquismo: la principal causa de muerte prevenible en todo el mundo. En esta jornada de concientización se hacen conocer los riesgos para la salud asociados al tabaquismo, promoviéndose además políticas eficaces para reducir el consumo, según publica http://telam.com.arTélam.

Tal como lo dice el lema de la OMS este año, el tabaco es una amenaza para el desarrollo que provoca grandes perjuicios para la sociedad, no sólo para los fumadores. Se trata de uno de los problemas más graves de salud pública.

Los efectos nocivos del tabaco son principalmente cuatro: La nicotina, que es el principal componente del tabaco y produce la dependencia; el monóxido de carbono, un gas que procede de la combustión incompleta de la hebra de tabaco y también de cualquier producto en combustión, comenzando por los humos de los vehículos de combustión interna, sea gasolina o diésel; gases irritantes, que afectan al aparato respiratorio; y sustancias cancerígenas: en el humo del tabaco se han detectado diversas sustancias potencialmente cancerígenas como el benzopireno, que se forman durante la combustión del tabaco o del papel de los cigarrillos.

Al fumar, no solo los fumadores son afectados, también son afectados las personas más cercanas, los fumadores pasivos.

El consumo de tabaco - perjudicial para cualquier persona, sin distinción en el sexo, su edad, su raza, su cultura y su educación - mata cada año a casi 6 millones de personas, una cifra que, según las previsiones, aumentará hasta más de 8 millones de fallecimientos anuales en 2030.

Causa sufrimiento, enfermedades y fallecimientos, empobrece a las familias y debilita las economías nacionales. Además, obliga a aumentar el gasto sanitario y produce una reducción de la productividad, generando costos sustanciales para la economía de los países.