El Air Force One aterrizó en Jerusalén y una impresionante comitiva esperaba al presidente de los Estados Unidos. El primer ministro Benjamin Netanyahu fue el encargado de darle la bienvenida de parte del gobierno israelí a su par norteamericano, Donald Trump. Para ello dispuso que el recibimiento fuera único: una guardia de honor, una extensa alfrombra roja y su cálido saludo. Pero el hecho que se destacó en el arribo fue algo inesperado.
El estadounidense –tras un corto viaje proveniente de Arabia Saudita– caminó el centenar de metros que separaban la aeronave de su automóvil oficial junto a su esposa, Melania Trump. No iban de la mano, hasta que el jefe de la Casa Blanca percibió su descuido; de modo que extendió la suya, tratando de encontrar la de la primera dama.
Sin embargo, como respuesta, ella quitó su mano con resolución para evitar el contacto con Trump y siguió caminando.
La relación entre ambos es motivo de múltiples especulaciones en la prensa norteamericana. Melania es la tercera esposa del mandatario, con quien tienen un hijo, Barron.