Todo el mundo sabe que la actividad física es sumamente beneficiosa para la salud, ya que reduce en gran medida el riesgo de padecer enfermedades graves y potencialmente mortales. Pero el ejercicio no sólo es positivo para el propio organismo sino también para el de los futuros hijos.
Sucede que la actividad física induce cambios “epigenéticos” en el ADN que se acumulan en el esperma, por lo que acaban siendo transmitidos a la siguiente generación, según un estudio dirigido por investigadores del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) en Gotinga (Alemania).
En el trabajo, los autores trataron de analizar si la práctica de ejercicio físico de los padres puede influir sobre la capacidad de aprendizaje de los hijos, ya que se sabe de los beneficios que trae al cerebro el ejercicio, según consignó ABC Salud.
Para eso utilizaron ratones a los que dividieron en dos grupos: uno en el que los animales vivían en un ambiente estimulante que les empujaba a estar ejercitándose continuamente, y otro en el que los ratones podían pasarse todo el día comiendo y durmiendo.
Tras diversos tests de aprendizaje se descubrió que los hijos de los ratones “deportistas” obtuvieron mejores resultados, y la conectividad de las neuronas de sus hipocampos se mostró significativamente mejor que la de los descendientes de los ratones “ociosos”.
¿Y esto por qué se produjo? Para los expertos la actividad física modifica algunas moléculas que se acumulan tanto en el cerebro como en el esperma. Y dado que se encuentran en los espermatozoides, acaban siendo transmitidos a la siguiente generación. Y esto se da tanto en los ratones como en los humanos.