Los presidentes de Estados Unidos y China, Donald Trump y Xi Jiping, respectivamente, se reunieron a cenar este sábado en Buenos Aires junto con un grupo de 14 asesores para intentar llegar a un acuerdo que ponga fin a la guerra comercial entre las dos potencias.
Los dos mandatarios se juntaron en uno de los salones privados del Palacio Duhau Park Hyatt, el lujoso cinco estrellas de Recoleta donde se hospeda el mandatario estadounidense.
En medio de una comida de tres pasos y de un buen vino argentino, los dos líderes de las mayores economías del mundo intentarán ponerse de acuerdo, poner fin a la escalada arancelaria y tranquilizar a los mercados e inversores internacionales, que esperaban ansiosos y preocupados este encuentro.
Trump ha presentado el encuentro como una oportunidad única para que Xi acepte sus exigencias de reforma de las prácticas comerciales chinas o, de lo contrario, sufra nuevos aranceles a productos chinos.
El mandatario estadounidense, quien ya impuso aranceles de un exorbitante 10% a importaciones de productos chinos por 250.000 millones de dólares, se mostró ayer optimista de lograr progresos luego de semanas de discrepancias y advertencias.
"Estamos trabajando muy duro. Si pudiéramos lograr un acuerdo, eso sería bueno", dijo Trump ayer a periodistas al reunirse con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en el primero de los dos días de cumbre del G20.
"Creo que ellos lo quieren, y creo que a nosotros nos gustaría. Y ya veremos", agregó.
Trump ha desechado el tradicional libreto librecambista de su país desde su inesperado triunfo electoral de 2016, con la promesa de proteger a los olvidados trabajadores industriales y poner a "Estados Unidos Primero".
Xi, en cambio, se presenta como el defensor de un capitalismo global estable, una transformación impensada para el líder de un Estado comunista cuyo ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC), hace dos años, desató polémica y aún es resistido por Washington.
En su intervención de ayer ante sus socios del G20, Xi dijo que las grandes economías "deberían defender el libre comercio y un sistema comercial multilateral basado en reglas", informó la agencia de noticias china Xinhua.
Sin embargo, en un guiño a Trump, el mandatario chino prometió hacer más para abrir la economía de China.
"Continuaremos profundizando las reformas de mercado, protegiendo los derechos de propiedad y de propiedad intelectual, alentando la competición justa y haciendo más para expandir las importaciones", agregó.
Trump acusa a China de robar tecnología estadounidense y le exige abrir más su mercado a los productos de los Estados Unidos y poner fin a su exigencia de que las compañías extranjeras se asocien con compañías chinas para operar.
El presidente republicano ha deplorado hasta el cansancio el enorme déficit comercial de su país con China, que el año pasado llegó a los 336.000 millones de dólares, y reclama que Beijing deje flotar su moneda para permitir una esperable apreciación del yuan.
Ante la negativa de China, quien con un yuan artificialmente devaluado obtiene grandes ventajas competitivas respecto a los Estados Unidos, Trump le impuso aranceles, acusando a Beijing de robo de propiedad intelectual en violación de las normas de la OMC.
Los aranceles aplicados por Trump subirán al 25% el 1 de enero, y Xi quiere que esto se aplace mientras se sigue negociando un acuerdo más amplio.
China, por su parte, respondió a la ofensiva de Trump con tarifas a importaciones de productos estadounidenses por 110.000 millones de dólares.