Los jueces establecieron que los castigos y malos tratos que recibía el imputado por parte de la mujer tuvieron directa relación con el crimen y aplicaron las circunstancias extraordinarias de atenuación previstas en el Código Penal.

La sentencia recayó sobre el albañil Juan Carlos Da Rosa, de 38 años, quien fue detenido dos días después del homicidio cuando andaba por el interior de la provincia en su moto.

En la noche del 5 de marzo, Isabel Antúnez de Oliveira, de 30 años, tuvo un ataque de celos al ver a tres jovencitas que charlaban frente a su casa. Por pedido de su mujer, Da Rosa le pidió al grupo que se retirara, pero no logró su cometido.

Luego, la víctima salió a la vereda e increpó a las chicas, todas conocidas del barrio. La situación pareció calmarse, pero a la madrugada, cuando la pareja ya estaba en la cama, se produjo una nueva discusión y, según se determinó durante el juicio, la mujer tomó un cuchillo para atacar a su pareja.

El mayor de los hijos vio cómo Da Rosa le quitó el arma a la mujer tras sufrir un corte en un brazo. Luego la atacó, hiriéndola de once puntazos en la zona de la nuca y la cabeza.

Pero la causa de la muerte fue un traumatismo en la región parietal derecha, aparentemente a raíz de un fuerte golpe contra el piso, señalaron los médicos forenses.

Al declarar ante los jueces, Da Rosa dijo que recordaba en forma muy fraccionada lo que ocurrió esa madrugada. Sin embargo, en una primera versión ante el juzgado de Instrucción había dado detalles acerca de cómo sucedieron los hechos.

El fiscal Rolando Oliva dijo que el crimen fue resultado de "graves desajustes matrimoniales y una relación enfermiza", por lo cual pidió la pena de ocho años de prisión. Sin los atenuantes, la ley considera al crimen de un cónyuge como un homicidio agravado por el vínculo, al que le cabe la pena de prisión perpetua.