Científicos descubrieron que la anestesia general que se utiliza para ciertas operaciones no solo duerme a la persona, sino que afecta al cerebro y la forma en la que se comunican las neuronas. Se trata de un llamado de atención sobre su uso indiscriminado, ya que no sería recomendable para todos.
Los anestésicos generales se componen de un sedante hipnótico que nos hace dormir, un analgésico opioide para no sentir dolor y un relajante muscular para suprimir el tono muscular. Pero un estudio de la Universidad de Queensland (Australia) demostró que sus efectos van más allá de una inducción del sueño.
Al estudiar los efectos del propofol, un analgésico común, encontraron que la droga “altera los mecanismos presinápticos, lo que probablemente afecta la comunicación entre las neuronas de todo el cerebro de una manera sistemática que difiere de simplemente estar dormido”, señalaron a la revista Cell Reports.
De este modo, el propofol restringe la movilidad de una proteína llamada sintaxina 1A, necesaria en las sinapsis neuronales para que las neuronas se comuniquen entre ellas, según consignó la revista Muy Interesante.
Si bien este analgésico nos adormece, es su interrupción generalizada de la conectividad sináptica o las vías de comunicación en todo el cerebro lo que hace posible la cirugía. Esto explicaría por qué la anestesia general puede ser problemática en chicos y mayores.
“El descubrimiento tiene implicaciones para las personas cuya conectividad cerebral es vulnerable, por ejemplo, en los niños cuyos cerebros todavía están en desarrollo o para las personas con enfermedad de alzheimer o parkinson”, apuntaron.