El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que tiene una apretada agenda para los próximos dos días, se reunía este viernes a las 7 a desayunar con el presidente argentino, Mauricio Macri, en la Casa Rosada y luego se encontrará en el hotel Hyatt con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, para firmar el acuerdo de libre comercio que reemplazará al Nafta.
Trump, arribó anoche a la Argentina para participar de la cumbre del G20, a la que llega con la mirada puesta en defender su política de proteccionismo frente al multilateralismo que proponen todos los demás participantes.
El mandatario republicano llegó al aeropuerto de Ezeiza en el Air Force One a las 22:12, acompañado por su esposa, Melania y una nutrida comitiva de la Casa Blanca.
Trump fue recibido en la pista del aeropuerto por el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, el presidente de la cámara de Diputados, Emilio Monzó, el canciller Jorge Faurie y el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, entre otros funcionarios de la diplomacia argentina.
Ya a bordo del vuelo que lo traía a Buenos Aires, Trump había anunciado por Twitter que cancelaba una reunión bilateral con su par ruso, Vladimir Putin, por la reciente escalada militar y política en la península ucraniana de Crimea, anexada unilateralmente por Moscú en 2014.
Según publica hoy Infobae.com, además de su estrategia para evitar contratiempos en las conclusiones escritas de la Cumbre, Macri tiene su propia agenda con Trump. El presidente quiere mejorar los niveles de inversión productiva americana en la Argentina y alinear los términos de la balanza comercial. Washington tiene una apertura diplomática con Buenos Aires y las evidencias son fáciles de presentar: después de 17 años se exportará carne a Estados Unidos, ya se liberó el comercio de limones y los cupos nacionales del acero y el aluminio quedaron exentos de la guerra que enfrentan a Trump y Xi.
El presidente americano considera a la Argentina una aliada regional y su apuesta consiste en presentar a Macri como un modelo de administración capaz de bloquear los proyectos populistas que emergieron en el Cono Sur.
Trump apoya la reelección de Macri y no tiene intenciones de escuchar a ciertos lobistas que llegaron a Washington para explicar que existe un denominado "peronismo racional".
Macri conoce la perspectiva de Trump sobre la política doméstica del país y asume que las relaciones diplomáticas implican una asimetría al momento de satisfacer los intereses de la contraparte. La Casa Blanca colocó a Irán como un objetivo de seguridad nacional y solicitará a sus aliados asumir ciertas posiciones respecto al estado shiita que busca la desaparición de Israel y es aliado clave de Rusia en Medio Oriente.
Washington quiere que Balcarce 50 declare a Hezbollah como organización terrorista, a partir de sus lazos con Irán y el Líbano, y su presunta participación en los ataques a la embajada de Israel y a la sede de la AMIA. Macri tiene dudas respecto a la sugerencia de Trump, pese a que Brasil ya dio ese paso. La Cancillería ya estudia el caso, y por ahora dilatará la decisión que es resistida por los funcionarios más cercanos al presidente argentino.
Trump está poco acostumbrado a que le digan que no, y Macri deberá moverse con extrema cautela. Washington es muy importante para la inserción global de la Argentina y el enfrentamiento con Irán, es muy importante para Washington. Tanto que Trump organiza una cumbre contra el terrorismo en DC —antes de fin de año—, y el gobierno ya aseguró que el jefe de los espías civiles, Gustavo Arribas, viajará en representación de Macri.
Es la primera vez que Trump llega al Cono Sur, y eligió a la Argentina. Macri agradecerá ese gesto, así como el respaldo de Washington a la firma del acuerdo con el FMI y la búsqueda del ARA San Juan. Trump, a su turno, planteará que Argentina se involucre en la estrategia de la Casa Blanca contra Irán y que contribuya en la represión de células dormidas de Hezbollah que se esconden en la Triple Frontera.
Será una reunión amigable con una agenda compleja. Trump hizo todos los gestos políticos para apoyar al gobierno de Macri. Ahora pretende reciprocidad, adentro y afuera de la cumbre del G20.
En agenda
Además, el sábado Trump cenará -al margen de la cumbre- con el presidente chino, Xi Jinping, con quien presumiblemente discutirá un posible acuerdo para poner fin a la guerra comercial, que el mismo inauguró a mediados de año al imponer la primera tanda de aranceles a un amplio espectro de exportaciones chinas.
Esta guerra comercial entre las dos potencias económicas más grandes del mundo no sólo preocupa a los dos países, sino a todo el establishment económico y financiero internacional.
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