Luego de la denuncia presentada el viernes pasado, volvieron a registrar al represor Eduardo "Tucu" Costanzo caminando por las calles de Rosario cuando pesa sobre él una condena a perpetua por delitos de lesa humanidad.
La denuncia de la semana pasada fue hecha por Alicia Bernal, querellante en la causa La Calamita por la desaparición de su padre, Tito Messiez.
En tanto, la nueva denuncia fue realizada por un equipo de La Poderosa Rosario que trabajaba frente a la casa de Costanzo y pudo filmar al represor caminando por la vereda el viernes pasado. Este lunes aportaban el video a la justicia para ampliar la denuncia anterior.
La filmación
Según un comunicado de La Poderosa Rosario el video se registró el viernes mientras un equipo se había apostado frente a su vivienda de Pueyrredón al 2900 para tomar fotos.
“Icreíblemente apareció del otro lado, volviendo muy tranquilo de hacer las compras, tal como lo pueden comprobar en este video que sumaremos este lunes a la denuncia de Alicia Bernal, querellante por la desaparición de su padre, Rubén Tito Messiez, en el Tribunal Oral Federal N°1”, añadieron.
Las personas que grabaron el video denunciaron amenazas de la esposa y del hijo de Constanzo “para frenar el curso del video capturado este viernes 23 de marzo, a las 18.30”.
“Exigimos el restablecimiento inmediato de los genocidas a la cárcel común y responsabilizamos al Estado por la integridad de todas nuestras asambleas en Santa Fe”, indicaron desde La Poderosa Rosario.
Agente del Personal Civil de Inteligencia (PCI), en el Batallón de Comunicaciones 121 del Segundo Cuerpo del Ejército, Costanzo tuvo bajo su mando cinco centros clandestinos de detención: Quinta de Funes, Escuela Magnasco, Fábrica Militar de Armas Domingo Matheu, La Intermedia y La Calamita.
En el juicio por la causa Guerrieri I, en abril de 2010, resultó responsable por 24 casos de privación ilegítima de la libertad y 16 crímenes agravados por alevosía.
En Guerrieri II, se lo halló culpable de tormentos y 14 asesinatos cometidos a mediados de 1978, cuando esos cuerpos fueron arrojados al río en los denominados “Vuelos de la muerte”. Además reconoció "haber envuelto los cadáveres con frazadas, para no dejar manchas de sangre en el avión".
En Guerrieri III, fue condenado también por homicidio agravado, privación ilegal de la libertad y tormentos de lesa humanidad, contra 47 víctimas del Terrorismo de Estado, 24 desaparecidas.