De refugiado a embajador del buen fútbol, no todo fue color de rosas en la vida de Luka Modric. El 10 de Croacia, que este miércoles venció a Inglaterra y se metió en la final de la Copa del Mundo, tuvo una dura infancia. Recuerdos de muerte y dolor que lo marcaron y lo acompañarán toda la vida.
Según publicó el portal defensacentral.com, Modric fue un niño refugiado durante la Guerra de los Balcanes en 1991, sangriento conflicto territorial que se dio en la antigua Yugoslavia. Los rebeldes serbios asesinaron a su abuelo a unos metros de su casa y sus padres, Stipe y Jasmina, decidieron huir a Zadar, una ciudad a 60 kilómetros de la Obrovac natal de Luka.
En Zadar, lo que quedó de la familia Modric, vivió en un centro de refugiados conocido como el Hotel Kolovare.
Justamente el director de Kolovare descubrió en el inquieto Luka a un posible futbolista, que comenzó a entrenarse en el Zadar. Cuando los bombardeos lo permitían, el pequeño Modric practicaba en aquel club donde llamó la atención del Dinamo de Zagreb y el Tottenham inglés.
"Su talento era evidente desde el principio, a pesar de que era un chico tímido y tranquilo", aseguró Miodrag Paunovic, su primer entrenador. Hoy Luka Modric brilla en el Real Madrid y es la estrella de la selección croata que el domingo buscará alzar por primera vez la copa del Mundo.
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