Agustina le sostiene el espejito a Magalí que se retoca los labios de rojos. Su amiga los tiene del mismo tono. Son las 21.30 y junto con otra Agustina –de labios naranja– acaban de llegar al centro de campaña de Cambiemos. Menos de una hora después se las va a escuchar cantar fuerte “qué noche mágica ciudad de Buenos Aires”. Y eso que estamos en Rosario.
Este domingo hubo elecciones en todo el país. La ciudad (Rosario, no Buenos Aires) eligió diputados nacionales y concejales. Hacia las 22 el gran ganador de la noche, Roy López Molina, salió a saludar a sus simpatizantes acompañado, entre otros de Anita Martínez, a quien se enfrentó en las primarias de agosto. Como ese domingo, la esquina de Maipú y Laprida fue una fiesta. Hubo papel picado, cumbia –después del otro himno macrista “No me arrepiento de este amor”, sonaron Antonio Ríos, Amapola y otros hits de moda– y hasta espuma. Faltaron los globos, había muy pocos.
Casi al mismo tiempo, a solo algunas cuadras de distancia, en Maipú y San Juan, los candidatos del Frente Justicialista, Agustín Rossi y Roberto Sukerman (a diputado nacional y concejal respectivamente) se abrazaban delante de las cámaras. El primero rescató que el Partido Justicialista logró retener los votos del peronismo y su consolidación como segunda fuerza; el otro apuntó a 2019 para “devolver el gobierno de la ciudad al pueblo de la ciudad”.
Pero por lo bajo se escuchó un lamento: “La que se nos viene…”
La vida continúa
Pasadas las 22 el concejal Jorge Boasso apareció por su centro de campaña. Esta vez cambió las calaveras y diablitos –y el olor a comida mexicana–, por el más señorial Hotel Presidente de calle Corrientes. Eligió el salón Congreso pero los votos no le alcanzaron para llegar al verdadero. Y en diciembre tendrá que despedirse del Palacio Vasallo después de 24 años como edil.
“La vida continúa, como yo digo siempre a la victoria y el fracaso hay que tomarlo como dos impostores”, filosofó ante la pregunta de un cronista.
Otra que después de casi dos décadas quedó afuera del Concejo fue Daniela León. A diferencia de las Paso, cuando siguió las elecciones en su centro de campaña de Córdoba al 800, este domingo la presidenta del cuerpo esperó los resultados junto a Alejandro Grandinetti en un bar de Pichincha, en una de las esquinas de Ovidio Lagos y Brown.
Sangre, sudor… y sudor
“¡Cómo transpiramos!”, abrazó un hombre grandote a Verónica Irizar, segunda en la lista de concejales del Frente Progresista. “Sí, estuvo peleado, estuvo peleado”, reconoció. Mientras ella repartía besos y abrazos a los militantes que iban llegando, y se abría paso entre bandejas de bocaditos, abajo del escenario –donde muy temprano el gobernador Miguel Lifschitz habló de la necesidad de renovar el Frente– el primer candidato Pablo Javkin no paraba de dar notas por celular y Lisandro Zeno charlaba con su papá Lelio.
Pizza, choripán y sandwichitos
Hacia las 20.30 en Distrito 7 la barra estaba llena. La mayoría eran periodistas que escuchaban a esa hora al candidato a diputado nacional por el Frente Luis Contigiani hablar en uno de los televisores, mientras en la cocina mandaban las pizzas al horno. Arriba, Juan Monteverde, Caren Tepp y Eduardo Trasante estaban reunidos y ponían nervioso a un movilero al que le daban aire “en cinco minutos”. “Están revisando unos datos”, intentó tranquilizarlo uno de los jefes de prensa.
Más al centro, los choripanes del Frente Social y Popular –que llevó a Majo Gerez como candidata a concejala y a Carlos Del Frade a diputado nacional– ya estaban listos y muchos cambiaban el mate por la cerveza. Para la misma hora, en la Asociación del Personal Legislativo (Apel), en el centro de campaña del edil Diego Giuliano, había tres bandejas de sandwichitos –de esos que mamá no cocina– sin abrir.