La tragedia de Once se cobró 52 víctimas fatales, dejó cientos de heridos y muchísimas familias rotas, como la de Carlos Garbuio, un muchacho de 32 años que ese 22 de febrero falleció en el primer vagón. Su papá salió a buscarlo apenas se enteró del choque y por la noche tuvo un ACV que lo tiene postrado aún hoy. Su esposa, la mamá de Carlos, Zulma Ojeda, contó lo que sintió cuando vio a Julio De Vido en el banquillo de los acusados. Este miércoles el ex ministro de Planificación y actual diputado nacional comenzó a ser enjuiciado por el siniestro.
“De Vido está tapado en la sangre de todos nuestros hijos”, dijo Ojeda en contacto con A Diario, el programa que conduce Alberto Lotuf por Radio 2. Para la mujer, aunque el legislador no vaya a la cárcel la sociedad ya lo condenó. Lamentó que ella también, como tantos otros familiares y amigos de las víctimas también esten “condenados, al dolor”.
Ojeda recordó que Carlos había regresado de sus vacaciones el día anterior a la tragedia y que estaba entusiasmado porque en tres meses se iba a ir a vivir con su novia, a quien conoció en la secundaria. Ella tiene una hija de una relación previa y los tres iban a iniciar una familia. “El día anterior me dijo que iba a empezar una vida nueva”, recordó.
Ese 22 de febrero la vida de Zulma y la de toda su familia cambió para siempre. Carlos viajaba en el primer vagón, el más afectado por el choque. Su papá salió a buscarlo, regresó pasada la medianoche todavía sin noticias. A la madrugada tuvo un ACV.
Desde entonces, contó Ojeda, necesita ayuda para todo. “Es como un bebé”, dijo, con la voz entrecortada.
“Yo veía a Julio De Vido y no sabía qué pensar, no podía dejar de mirarlo y preguntarme. Es el responsable de la muerte de Carlos y la de otras 51 personas, de la muerte en vida de mi marido, del dolor de mis hijos. Ese dolor lo voy a llevar mientras viva”, dijo.