Investigaciones universitarias sobre los hábitos de lectores con el uso de soportes electrónicos permitieron detectar la creciente interacción de los usuarios con el contenido, aprovechando imágenes, vídeos, sonidos o, incluso, enlaces web. A partir de ello se concluyó que el usuario salta de un recurso a otro para consumir contenidos en detrimento de una lectura profunda y reposada.

El sitio Educación 3.0 analizó los principales trabajos que abordan los efectos de la lectura digital en la forma de aprender de los chicos.

Efecto “pantalla luminosa”: supuso un importante cambio en la forma de asimilar los contenidos, ya que la lectura online obliga a tomar decisiones ante las múltiples opciones que se encuentran durante la navegación. Por caso, deben elegir si ven un vídeo, ingresan a un enlace o continúan con la lectura de un texto.

Este proceso no se realiza de manera consciente, sino que el cerebro desarrolla cualidades para seleccionar la opción más adecuada. Es por eso que un buen lector en papel no tiene necesariamente que serlo en digital, ya que se trabaja con habilidades distintas. “Estos recursos pueden ser útiles para potenciar el aprendizaje siempre que se usen de forma correcta y se evite la dispersión con acceso a otros materiales inadecuados”, indicó el especialista en neurología pediátrica Manuel Antonio Fernández.

Gratificación: aunque el proceso de aprendizaje es el mismo independientemente del soporte utilizado, sí se dan cambios en los hábitos lectores del alumnado de todas las edades, ya que los estudiantes están acostumbrados a que las actividades digitales les ofrezcan gratificaciones inmediatas. De este modo, su interés por mantener la atención disminuye si se aburren y tratan de buscar otra experiencia. Esta actitud contrasta con el esfuerzo que hay que hacer a la hora de leer, y cuya recompensa se obtiene al final.

“El efecto de la pantalla luminosa en la percepción visual o el uso de los dedos para el paso de página en un libro digital son aspectos que repercuten sobre el procesamiento cognitivo que hacemos todos y, por lo tanto, también los niños. Esto hace que se modifiquen los circuitos cerebrales implicados”, aseveró Fernández.