Los que comienzan una carrera en la educación pueden encontrar la experiencia un tanto desalentadora. Procedimientos desconocidos, caras desconocidas y un nuevo entorno pueden provocar emoción, así como un poco de ansiedad. Aunque los maestros primerizos tienen la educación necesaria para enseñar, no siempre disponen de los conocimientos prácticos que sólo vienen con la experiencia.
Algunos consejos que sirven a la hora de ejercer la tarea docente:
Cuida el ambiente de la clase
Fundamental para un buen proceso de enseñanza-aprendizaje es intentar que en el lugar donde se desarrolle la acción educativa se respire el mejor ambiente posible. Las buenas formas, el respeto mutuo, la ausencia de gritos y sobre todo el buen humor son claves para ello.
El error como fuente de aprendizaje
De los fallos se aprende. Algo obvio, pero que muchos docentes no lo tienen en cuenta. Penalizar el error de los alumnos es algo muy común en el profesorado. Sin caer en la cuenta que es cuando corregimos lo que hacemos mal cuando más aprendemos. Por lo que habría que reflexionar qué tipo de evaluación realizamos.
La pregunta, como proceso clave
Generar la duda y provocar el interrogante en el alumnado supondrá que éstos se cuestionen prejuicios, conocimientos previos, limitaciones y sobre todo, se consigue que los alumnos abran el camino para entender y comprender lo nuevo.
Prioriza la comprensión y la relación de ideas
La memoria es importante, pero efímera. Por ello, cuanto más se trabaje la comprensión y la relación de ideas, más se hace porque lo aprendido sea verdaderamente asimilado y recordado en el tiempo. Igual que la velocidad sin control no sirve de nada, sin comprensión la experiencia de aprendizaje es más que limitada.
Aprendiendo de y con los demás
Cuanto más desarrollamos la capacidad de compartir más desarrollamos nuestra capacidad de aprendizaje. Porque de todo y de todos se aprende. Es importante potenciar en lo posible el trabajo cooperativo y colaborativo en las clases.
Trabaja las emociones en el aula
Está cada vez más comprobado la importancia de las emociones en el aprendizaje. Es fundamental que los docentes trabajen esas emociones en el aula. No se trabaja con robots sino con personas que piensan y sienten, por ello el aprendizaje será más significativo cuanto más aparezca en él las emociones.
Potencia la creatividad
Una de las ventajas que tienen los docentes es que trabajan con niños y jóvenes que aún tienen imaginación. No es cuestión de que la vayan perdiendo en la escuela, sino que la trabajen y la desarrollen. Cuanto más se trabaje la creatividad, el pensamiento divergente y la capacidad para que los propios alumnos exploten su imaginación, más se contribuye por su presente y su futuro.
Generando juicio crítico y argumentación
Es uno de los objetivos principales de la escuela, hacer que el alumno pueda argumentar sus propias ideas. A veces, parece que los profesores pretenden meter en la cabeza a todos los alumnos las mismas ideas y los mismos razonamientos, cuando la riqueza educativa es precisamente generar en el alumno la capacidad de pensar por sí mismo.
En lo posible, jugando
La capacidad de aprendizaje que genera el juego no sólo está infravalorada, sino que relacionar dicho juego sólo con las edades más tempranas demuestra tener las miras muy cortas. Además, si se asocia el juego sólo con el objetivo de entretener se cae en un gran error. Sacar a los niños al patio y realizar dinámicas, hacer teatro, poner música. Cuánto más aprendan jugando, el aprendizaje posiblemente será más significativo ¿por qué? Porque se aprende más y mejor haciendo cosas que nos gustan.
Trabajando en equipo
Es verdad que no a todos los alumnos les gusta trabajar con otros compañeros. Unos por timidez, otros por falta de compañerismo, otros por excesivo individualismo. Pero trabajar en grupo es fundamental. Porque con este tipo de trabajo, bien guiado, se brinda a los alumnos una serie de valores y herramientas como la empatía, la superación, el esfuerzo común, la solidaridad, que son imprescindibles para un mundo laboral cada vez más interconectado y hecho para trabajar en redes.
Evaluando el proceso de enseñanza
Es curioso que, en una profesión que se centra en evaluar a otros, guste tan poco que se evalúe lo que los propios profesores hacen. Sin evaluación no hay mejora. Mal docente será aquel que cree que todo lo hace bien y ya no tiene nada que mejorar ni aprender. Lo mínimo que se puede hacer por los alumnos es intentar hacerlo siempre lo mejor posible. Y para ello hay que parar y reflexionar.
Fuente: ined21.com