¿Hay algo peor que hacer caca en un baño ajeno y que, por los motivos que sean, el inodoro no cumpla con su función? Sí, que el citado baño sea parte de la casa en la que vive el chico (o la chica) que conociste por Tinder y con quien “disfrutás” de tu primera cita.
Pánico. O pánico al cubo si en tren de sortear esa desagradable situación tu cuerpo y tu caca quedan atrapados entre dos ventanas.
Esto pasó en Bristol, Inglaterra.
Tras cenar en un restaurante de la cadena Nando’s, Liam Smyth y la joven –una joven a la que no le conocemos el nombre– se dirigieron a la casa de él con la intención de ver un documental y compartir una botella de vino.
Una hora después, la chica se levantó del sofá para usar el baño y comprobó con estupor que el inodoro no tragaba sus excrementos.
Entonces, metió las manos, envolvió la caca en papel higiénico y la tiró por encima de la ventana.
El dato es que la ventana tenía doble vidrio y las heces quedaron ahí, viste.
A esta altura, Smyth ya estaba enterado del asunto y había ido a buscar un martillo y un cincel para abrir la ventana.
Pero su pasado como gimnasta aficionada hicieron que la joven creyese que podía meterse entre los dos paneles y recuperar sus heces usando una bolsa a modo de guante.
No sólo no consiguió su objetivo, sino que quedó atrapada con la cara pegada al cristal interior.
“La agarré de la cintura y tiré”, contó Liam. “Pero estaba atascada”. No quedó otra opción que llamar a los bomberos
Todo terminó bien, a excepción de la ventana de Smyth, que quedó destruida. Es así que el joven lanzó una campaña en la web de financiamiento colectivo GoFundme en la que relata con humor lo ocurrido.
Ya recaudó más de dos mil libras para reparar la ventana cuyo costo asciende a 200 libras.