Diane y Gary Smith oriundos de Míchigan, Estados Unidos, empezaron a notar un extraño comportamiento de su perro Rascal. La mascota estaba sin fuerzas, no comía ni jugaba, y tampoco respondía cuando le llamaban por su nombre. El veterinario les dijo que podría estar enfermo, pero era otra cosa.
La pareja llevó a Rascal al veterinario, quien no encontró ningún signo de enfermedad y regresaron a casa. Al escuchar el relato de los Smith sobre la extraña situación, uno de sus amigos les instó que salieran de casa debido a que podría haber una fuga de monóxido de carbono.
Según publicó RT, la familia tenía instalado un detector de gases en la vivienda, pero el dispositivo no registró ninguna fuga y aun así decidieron seguir el consejo que les habían dado.
Al salir de la casa, la apatía de Rascal desapareció. Los Smith llamaron a un especialista en electrodomésticos, quien descubrió una fuga de monóxido de carbono en el horno de la cocina. Al parecer el nivel de la fuga no era lo suficientemente alto para ser registrado por el detector de gases, pero era lo suficiente como para afectar a sus habitantes, especialmente a los perros, dijo Gary.
La pareja reemplazó el horno y el detector de monóxido de carbono. "Estamos agradecidos con "Rascal" por hacer sonar la alarma, porque la otra alarma no sonó", comentó Diane.
El monóxido de carbono es un gas altamente tóxico, que puede causar la muerte cuando se respira en niveles elevados. Se produce por la combustión deficiente de sustancias como gas o gasolina, y también puede ser producido si los aparatos domésticos que queman combustible no están funcionando bien.