Un tribunal francés autorizó al gallo "Maurice" a seguir cantando, al rechazar la demanda de vecinos de una residencia secundaria en la turística isla de Oleron, en Francia. Acusaban al ave de despertarlos demasiado temprano. La sentencia fue vista como una victoria de las tradiciones rurales. 

"No tengo palabras. Ganamos. Es una victoria para toda la gente en mi misma situación. Espero que cree jurisprudencia", dijo satisfecha la dueña de este gallo. "Todo el mundo va a ser protegido: las campanas, las ranas, etcétera", agregó aludiendo a otras demandas similares contra los ruidos del mundo rural, que opone a menudo a los habitantes de siempre con los neorrurales.

"¿Y si se hiciera una ley Maurice para proteger los ruidos rurales?", propuso entusiasmada Corinne Fesseau. Cabe destacar, que Maurice se convirtió en un símbolo de la resistencia rural en Francia, donde una petición para "salvarlo" consiguió más de 140.000 firmas.

Según Eltiempo.com, su cacareo al alba molestaba a los propietarios de una residencia secundaria en la turística isla de Oleron, en el suroeste de Francia, que lo acusaron ante la justicia de "perjuicio sonoro".

No es un juicio de "la ciudad contra el campo. Es un problema de perjuicio sonoro. El gallo, el perro, la bocina, la música... se trata de un caso sobre el ruido", sostuvo el abogado Vincent Huberdeau, que representa a los demandantes.

Pero la dueña del gallo argumentó ante el tribunal que nunca antes había recibido quejas por el cacareo de Maurice. "Los gallineros siempre han existido. Entre 40 vecinos, solo molesta a dos", apuntó.

Para Fesseau, "el campo tiene derecho a sus ruidos. El gallo tiene derecho a cantar, los gallos no cantan desde las 4.30 de la mañana indefinidamente". El caso de Maurice, aunque anecdótico, ilustra los temores de que desaparezca el mundo rural en Francia, debido al declive de la actividad agrícola y ganadera y al éxodo de los jóvenes hacia la ciudad.