Un renacimiento. A veces, la llama desaparece arrasada por una corriente de aire. Todo indica que se extinguirá, pero no, se ausenta solo un instante y toma impulso. Entonces, aparece titubeante al principio. Y enseguida, erguida y radiante.
Los seguidores y seguidoras de Leda Bergonzi, la mujer que imponía sus manos en la catedral de Rosario en compañía de su grupo de oración Soplo de Dios Viviente, y el sacerdote Juan José Calandra coinciden en sus testimonios. Para quien quiera oírlos dirán que participar del rito propuesto por esta mujer y sus colaboradores, les enciende el espíritu, les abriga el corazón, les entibia los sentimientos. Leda es un puente a un mundo espiritual que no habitaban antes.
Un fueguito difícil de extinguir el prendido por Leda y su grupo. Este martes 11 de julio a las 19, la comunidad se reunirá en la capilla del Sagrado Corazón, en 3 de febrero 1998, para retomar sus oraciones cantadas y las bendiciones a quienes participen. Se trata de un lugar transitorio ya que no es lo suficientemente espacioso para albergar a la multitud que solía congregarse cada martes en la basílica de Córdoba y Buenos Aires. Sin embargo, permite retomar el ritual bajo el ala de la Iglesia Católica, mientras se busca algún templo de mayores dimensiones.
El 27 de junio pasado, el grupo de oración fue retirado de la catedral en medio una jornada excepcional que se extendió hasta la medianoche: cientos de fieles asistieron al templo para rezar y cobijarse bajo las manos de Leda. El miércoles siguiente amaneció nublado para Soplo de Dios Viviente: ya no tenían su espacio y deberían dar con uno nuevo, en medio de fuertes resistencias internas que disienten con el modo en que Leda lleva adelante su bendición.
Dos días después, la mujer mantuvo un encuentro con el referente máximo del catolicismo en la ciudad, monseñor Eduardo Martín. Sin bien, no regresarían a la basílica Nuestra Señora del Rosario, podrían desplegar sus oraciones en otro templo.
Con la venia del arzobispo, comenzó la búsqueda de un lugar, mientras que los seguidores y seguidoras mantenían una ferviente comunicación en sus grupos virtuales. Incluso, el martes pasado, 4 de julio, se juntaron a rezar el rosario en la plaza 25 de Mayo para pedir por la continuidad de Soplo de Dios Viviente.
Hacia finales de la semana pasada, se abrieron las puertas de la capilla del Sagrado Corazón para Leda y sus colaboradores. Se trató de un “gesto de fraternidad” de parte de la institución religiosa con la comunidad de Soplo de Dios Viviente, desprovista de un techo bajo el cual reunirse.
Los preparativos para el martes 11 de julio incluyen refuerzos en los servicios sanitarios del templo, así como la presencia preventiva de agentes municipales, teniendo en cuenta la enorme congregación de personas en la catedral durante la última bendición.
Los carismas de Leda
Hace 9 años atrás, Leda recibió de parte de la Iglesia Católica los carismas de la liberación y la sanación, y desde entonces encabeza el grupo espiritual Soplo de Dios Viviente que, además de convocar a orar a través de canciones y recibir las bendiciones de la mujer, lleva adelante tareas sociales en los barrios más necesitados.
En febrero pasado, el grupo fue recibido por la parroquia catedral para que pudiese brindar sus servicios espirituales, tras una larga estadía en la parroquia del Pilar. Más y más gente comenzó a reunirse todas las semanas, llenado el templo de punta a punta, al tiempo que se fueron multiplicando las manifestaciones de reconversión espiritual y de modificaciones en estados de salud adversos, a partir de la oración.
El martes anterior a que el grupo sea desplazado, Rosario3 asistió a un encuentro en la catedral. La mujer a la que muchos llaman “sanadora” -término que conmocionó a algunos eclesiásticos- comenzó un rito de oración cantada, acompañada de una guitarra, que los presentes acompañaron, ya sea de rodillas, con brazos elevados, repitiendo las palabras de Leda o bien, quietos e introspectivos.
Luego, Leda impuso las manos a cada uno los presentes, a quienes les hablaba muy cerca de sus oídos en lenguas extrañas, tocándolos en distintas partes de sus cuerpos. Muchos se desvanecieron, otros lloraban, también había gente que se calmaba y expresaba un estado de paz.
Consultado por Rosario3 y Radio 2 sobre este fenómeno, el sacerdote Daniel Siñeriz explicó, desde la doctrina católica: “En el cristianismo, el carisma es la gracia o don concedido por Dios a algunos creyentes en beneficio de la comunidad”, señaló y continuó: “El grupo Soplo de Dios Viviente está compuesto por ciento de fieles que sienten la fuerza y energía de Leda que tras recibir el “carisma” de dios acompaña un trabajo de fe y entrega al otro”, confió.
El religioso, con profunda labor religiosa en los barrios más humildes de la ciudad y en la enseñanza de la fe católica, aseguró que “el espíritu santo sopla siempre y en todas partes. Como el viento, no se sabe de dónde viene y hacia dónde va. Obra con plena libertad y reparte los dones en todos los hijos de Dios. Leda -destacó- recibió ese carisma por parte del espíritu santo con dones de sanación y liberación y ella construye frutos de bondad, alegría, justicia, paz, bien y benevolencia”, resaltó.
El padre encontró en la biblia argumentos para entender lo que pasaba en la catedral cada martes. “«Si ustedes creen en mí harán las cosas que yo hago y mayores también. Ustedes podrán hacer todas estas cosas»” citó las “escrituras sagradas”, y profundizó: “Es por esta razón que si Dios otorga a todos los fieles dones sería ordinario poder acceder a desarrollarlos y no extraordinario poder expresarlos. Cuando las personas son agraciadas con esos dones suceden cosas maravillosas. Es el espíritu santo el que está obrando a través de estas personas”.