Este viernes, el programa El Contestador de Radio 2 exhibió con una historia dramática, traumática y reveladora. Se trata de la vida de Lea Zajac de Novera, sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz. Tiene 97 años y, cuando era niña, vio como las tropas alemanas invadieron Polonia el 1 de septiembre de 1939. Estuvo años en un gueto y más tarde a un campo de concentración.
"Ese día empezaban las clases en el hemisferio norte, yo había terminado el primario y estaba preparada para ingresar al colegio secundario. Con la ilusión de ser profesora de historia algún día. Íbamos a viajar a unos 30 kilómetros, a donde estaba ubicado el colegio, y de un momento a otro la gente empezó a gritar «la guerra, empezó la guerra»", contó en Radio2.
"Se me cayeron de las manos el portafolio y todos los sueños, también el de ser profesora de historia, que era mi pasión. Nos escondimos en la casa y nadie sabía qué pasaba", agregó.
Luego, contó aquel traumático y cruel camino: "Más tarde nos llevaron a un gueto, donde estaba toda mi familia. Soy la única sobreviviente de una familia de más de 80 personas".
"Después de haber estado sufriendo terrible hambre durante 4 años, nos llevaron en trenes para ganado, con una pequeña ventanita donde pasaba el aire. Entraban 50 personas y éramos más de 100. Solo quien lo vivió lo puede comprender. Eso fue un infierno. Duró dos noches y tres días, sin comer y sin agua. La gente se hacía encima porque solo había un balde en el otro extremo. Los chicos muriendo y llorando. Lo mismo los mayores. Y llegamos a uno de los tantos campos de exterminio. Era enero de 1943, cuando la Alemania nazi decide romper el pacto con la Unión Soviética. Ahí llegamos a Auschwitz".
"La mayoría de la gente murió allí al llegar, al bajar del tren. Cuando de repente abrieron las dos compuertas, esa masa hedionda cayó a la plataforma. Inmediatamente, apareció un grupo de esbirros nazis, con sus botas que brillaban, y un grupo de hombres con uniformes rayados, reclutas que habían llevado antes, que no podían abrir la boca".
"Sacaron a los hombres de pie y nunca más los vimos. Del otro lado, quedaron mujeres y gente mayor; mujeres con niños en brazos que iban a la cámara de gas. El 99% de todos ellos fue a la cámara de gas", agregó Lea Zajac de Novera en diálogo con el periodista Pablo Motto.
Fue el propio Menguele, el angel de la muerte, quien le dijo que debía ir a la cámara de gas: "Yo no tenía nombre, era el número 33.502. En el 1944, se empezó a conocer en todo el mundo lo que eran los campos de concentración. Un día todos tuvimos que bajar de las camas, yo estaba postrada con una pierna enferma. Nos hizo desfilar a todos desnudos delante de Menguele y su secretaria. Agarró mi brazo izquierdo y dictó mi número para ir al día siguiente a la cámara de gas".
Así fue que detalló como se salvó: "Lo pienso y no lo llego a entender. Hay gente que se expone por nosotros. Al día siguiente, me salvó una austríaca no judía. La trajeron al campo por ser socialista. Una mujer polaca había muerto de tifus en la noche y la austríaca borró mi número y puso el de la polaca muerta entre las que debían ir a la cámara de gas".
Además, contó en que consistió la marcha de la muerte: "Bajé hasta el último peldaño del infierno. Nos dijeron que nos iban a evacuar porque los rusos estaban muy cerca. Iban a dinamitar. Empezaron a arrastrarnos de día y noche por todo el territorio de Alemania en pleno invierno, con 20 grados bajo cero. La gente caía muerta por el camino. El 90 por ciento de los que sobrevivieron entre el 44 y el 45 cayeron en esta marcha de la muerte".
La gran pregunta es cuándo se sintió libre y qué pensó: "Nos encerraron una noche en un galpón donde había heno. Los nazis siempre nos encerraban con candado. Era abril del 45 y empezamos a escuchar tiros y gritos. Pensamos que íbamos a arder prendidos fuegos, pero otros pensaron que estábamos cerca de la liberación. Se levantaron dos chicas y empezaron a empujar despacito el portón y se abrió. Los que nos cuidaban se escaparon".
Y agregó: "Salí afuera, me abracé con mi tía y pensábamos «ahora qué». Quedamos solas en el mundo, sin nada, sin nadie. Mi casa ya no fue mi casa, porque fue ocupada por gente desconocida".
Y después qué: "Al principio no sabía por qué ni para qué sobreviví. De repente tomé conciencia y pensé en tratar de transmitir todo lo que he vivido, por mis muertos que se fueron mudos. Por el futuro, por las futuras generaciones, para que esto no se repita, porque se puede repetir. Está creciendo el odio, no solamente el antisemitismo, hay una ola anti judaísmo, que no van a dejar llevarse a campos de exterminios".
Finalmente, cerró: "Tengo la suficiente autoridad moral de exigirles a todos que piensen en el futuro. Todos somos iguales, puede venir otro mesiánico como Hitler. Si no hay judíos, se las van a agarrar contra petisos o narigones o van a inventar otro enemigo. Luchen en contra de la discriminación de cualquier índole, luchen en contra de la guerra. Todo tiene solución".