El ejército ruso lanzó este martes una nueva serie de maniobras cerca de Ucrania y en la península anexada de Crimea, con ejercicios que implican 6.000 hombres, aviones caza y bombarderos, según las agencias rusas.
Se trata de una operación que incluye al “ejército del aire (...) y grupos de navíos de flotas del mar Negro y Caspio”, dijo el comandante de las fuerzas rusas del sur del país, Alexander Dvornikov.
Las agrupaciones aéreas se trasladan a aeródromos operativos y ensayan ataques con misiles a la “mayor distancia posible”, señaló el parte castrense citado por la agencia Interfax.
En los ejercicios participan cazas Su-27SM y Su-30SM2, así como cazabombarderos SU-34. Además, las unidades aéreas ensayarán acciones para proteger los aeródromos de ataques de un supuesto enemigo.
Con anterioridad, se informó de que más de 6.000 militares de la circunscripción militar Sur habían sido puestos en estado de alerta en el marco de un ejercicio para verificar la capacidad combativa de las unidades.
Estos ejercicios aéreos coinciden con la escalada de las tensiones por la situación en torno a Ucrania, junto a cuyas fronteras, según el Gobierno de Kiev, respaldado por Occidente, Rusia ha concentrado ya más de 100.000 soldados.
El Kremlin insiste en que no tiene intenciones de atacar a Ucrania y en que todos los movimientos de tropas y actividades militares dentro del territorio de Rusia son un asunto soberano.
El anuncio del nuevo despliegue se enfrenta con los llamados a la calma que habían emitido los líderes ucranianos, intentando tranquilizar al país asegurando que la temida invasión de la vecina rusa no sería inminente. No obstante, admitieron que la amenaza era real y esperaban recibir un cargamento de equipamiento militar estadounidense para reforzar sus defensas.
El presidente, Volodymyr Zelenskyy, dijo el lunes por la noche que la situación estaba “bajo control” y no había “motivo para el pánico”.
El ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Reznikov, dijo que hasta el lunes las fuerzas rusas no habían formado lo que describió como grupos de batalla, “lo que habría indicado que mañana lanzarían una ofensiva”.
“Son situaciones arriesgadas. Son posibles y probables en el futuro”, dijo Reznikov el lunes a la televisora ucraniana ICTV. “Pero hasta hoy, (...) esa amenaza no existe”.
En 2014, tras la destitución de un presidente afín al Kremlin en Ucrania, Moscú se anexionó la península de Crimea y apoyó a una insurgencia separatista en el corazón industrial del país, en el este de Ucrania. Los combates entre fuerzas ucranianas y los rebeldes con apoyo ruso se han cobrado desde entonces unas 14.000 vidas, y los esfuerzos por buscar una solución pacífica al conflicto se han estancado.
Rusia ha reclamado a Occidente que garantice que la Otan nunca permitirá unirse a Ucrania y que la alianza limite otras acciones como el despliegue de tropas en países del antiguo bloque soviético. Algunas de esas reclamaciones, como una promesa de veto permanente a Ucrania, son rechazadas de plano por la Otan, lo que plantea una situación aparentemente irresoluble que muchos temen sólo pueda terminar en una guerra.
La decisión estadounidense de poner en alerta a tropas en su territorio para un despliegue a Europa sugiere que se habrían reducido las esperanzas de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, dé marcha atrás de en lo que el propio presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha descrito como una amenaza de invadir la vecina Ucrania.
Se esperaba que un cargamento que incluiría equipamiento y municiones llegara el martes a Ucrania, dentro de un paquete estadounidense de ayuda de seguridad valorado en 200 millones de dólares.
Otros miembros de la Otan hicieron también gestos para reforzar la presencia defensiva en Europa Oriental. Dinamarca enviaría una fragata y aviones F-16 a Lituania, España enviaría cuatro cazas a Bulgaria y tres barcos al Mar Negro para sumarse a fuerzas navales de la Otan y Francia dijo estar lista para enviar tropas a Rumanía.