Una mujer de 70 años llora arrodillada en el medio de un camino rural desparramando su cuerpo sobre un ataúd. Dentro del féretro se encuentra el cuerpo de un hombre de 48 años muerto por las consecuencias de una guerra que le arrebata a sus habitantes sus más preciosos tesoros: la vida de sus hijos. La foto fue tomada por Rodrigo Abd el 16 de abril de 2022 en Ucrania. La mujer se llama Nadiya Trubchaninova y el dolor fue registrado durante un funeral en el cementerio de Mykulychi, en las afueras de Kiev. Son datos precisos que el reportero obtiene para enlazar la “humanidad” de ese instante entre los infiernos de este mundo. Por ese instante, esa foto: un Pulitzer para él.
Esta semana se conoció que dos argentinos ganaron el premio Pulitzer (tal vez la distinción de mayor prestigio para el periodismo del Mundo) por sus trabajos en 2022. Se distinguió al escritor Hernán Diaz, por ficción con su libro Trust (traducido Fortuna por la editorial Anagrama y agotado hoy en Argentina) y por segunda vez a Rodrigo Abd, quien junto a su equipo de Associated Press (AP) realizó una excepcional cobertura gráfica de la invasión rusa a Ucrania y sus posteriores consecuencias bélicas.
“Lo tomo como un reconocimiento a un trabajo muy muy muy arduo y muy riesgoso que hicimos con el equipo de la agencia AP el año pasado en Ucrania. Creo que viene bien también ahora ver ese trabajo para refrescar ese año pasado cuando fue la invasión, los primeros días de la invasión, que fue donde a mí me tocó cubrir, porque que también es muy actual. Pensemos que ahora se está hablando de la contraofensiva ucraniana, que eso también puede ser terrible por el costo humano material que puede causar. Es un premio que viene justo en un momento clave por ahí del conflicto donde se tienen que definir cosas y para que la gente entienda que no es solo un conflicto militar. Esto cuesta muchas vidas humanas y es lo que intentamos retratar con las fotografías”, explica el ganador Pulitzer 2023.
- Transitar lugares peligrosos con una cámara de fotos ¿eso te salva o puede condenarte porque tenés allí dentro cosas que a lo mejor algún protagonista del momento de la historia que vos estás registrando no quiere que se registren?
- Las dos cosas. Muchas veces la cámara te permite acceder, tener permiso para estar en determinados lugares cuando uno es aceptado y cuando uno de alguna manera es necesario para contar lo que está ocurriendo y también te puede causar problemas porque hay muchos espacios prohibidos. Vos pensá que el frente de batalla ucraniano estuvo muy controlado durante mucho tiempo, nosotros no podíamos acceder y mucho menos al ruso. O sea, no hay casi acceso a los periodistas, solo a un puñado de periodistas muy controlados por los rusos del otro lado. Con lo cual, si vos no cumplís esas reglas estas en graves problemas. Más en un conflicto bélico tan potente como este entre dos ejércitos profesionales con mucho poder de fuego.
Desde 1917, los Premios Pulitzer son reconocimientos que se otorgan anualmente en Estados Unidos por logros sobresalientes en periodismo impreso y digital, literatura y composición musical. Existen 22 categorías y los ganadores reciben un certificado y 15.000 dólares.
Rodrigo Abd no se desespera por las coronas de la industria y ya planea un próximo viaje. Llegar a Afganistán para cubrir con su cámara de fotos un nuevo aniversario de la llegada de los Talibanes al poder de ese país.
- Rodrigo estuviste hace poco en Rosario, una ciudad en donde un sector de su población vive muy bien y otra con esos protocolos similares a una de las guerras que te toca cubrir ¿Cómo te resultó a vos el trabajo en esta ciudad?
- Para mí fue interesante intentar descifrar lo que ocurría. Solo conocía a Rosario por ir de paso o ir a la cancha para ver jugar a Banfield, por ejemplo. Pero más que eso, no tenía mucha idea. Y me costó descifrar un poco eso. Hay una parte de Rosario que parece muy pacífica y hermosa. Comparado con Buenos Aires, es mucho más tranquila. Y después hay otra parte de Rosario que efectivamente tiene una penetración de la violencia que es completamente diferente. Y eso me pareció tal vez similar a lo que pasa en el conurbano, en algunos lugares del conurbano bonaerense, pero más concentrado. Esa concentración hace que esa violencia tenga mucho más impacto. A mí me parece una historia potente.
- ¿Por qué pusiste el ojo en lo que sucede en Rosario y no en el conurbano?
- Justamente por eso. Imaginate que yo trabajo en una agencia de noticias internacional y sin embargo, le puse atención y le quiero seguir poniendo atención porque creo que es una historia importante. Lo que pasa en Rosario refleja a una Argentina diferente a la que se muestra generalmente en las agencias donde yo trabajo: que es la 9 de julio, el Obelisco, las marchas por ahí, el fútbol, la selección nacional. Mostrar que en Argentina existe un lugar como Rosario para poder contar que hay otra realidad mucho más dramática, mucho más parecida a lo que me tocó cubrir a mí en Centroamérica, por ejemplo, y que tiene un valor y es bueno contarle al mundo esa otra cara, sensibilizar, que también el Gobierno Nacional vea que los periodistas de las agencias internacionales le ponen un ojo a Rosario por la gravedad del conflicto y porque todos queremos que ese conflicto sea solucionado. Nosotros desde el periodismo, de alguna manera, hacemos todo el tiempo denuncias, esperando que haya respuestas.
- ¿Cómo te fue a vos con eso, aquí al menos en Rosario? ¿Pedís permiso para sacar una foto? ¿Tenés algún protocolo personal de trabajo?
- Mira el caso más reciente. Y es una buena pregunta para responderte con el último caso del chico de 11 años que murió en una balacera en los Pumitas, Maximiliano Jerez, exactamente. Nosotros llegamos en un momento donde estaba ocurriendo la destrucción de los búnkeres y fijate que cuando uno se presenta ante las víctimas, ante las familias y ven que estamos haciendo un trabajo honesto y que intentamos comprender lo que está pasando sin juzgar, sin poner el dedo primero, sino intentando llegar, charlar, entender, seguir, darle seguimiento, con todo el miedo que tenían las familias y que tal vez siguen teniendo. Pero crear un vínculo, yo creo que esa es la manera, crear un vínculo para que la gente vea que el periodismo no solo es llegar en ese día, sino también continuar, es volver, es poder acompañar y poder contar esa esa problemática que no solo era de Maximiliano, sino de muchos otros chicos y muchas otras víctimas de una manera más profunda. Creo que esa es la clave: cómo presentarse, cómo nosotros hacemos esto y aquí estamos. Y así se abren puertas.
- ¿En algún momento sentiste en Ucrania que podías contar los últimos minutos de tu vida haciendo ese trabajo?
- En Ucrania no tanto. Sí existía el temor porque nosotros desde el hotel mirábamos y escuchábamos todo, pero era más lejos. Obviamente a veces cruzaban los misiles para el lado donde estábamos nosotros, eso era preocupante porque se encendían las sirenas, se activaban un poco las alertas. Pero no, en Ucrania, la verdad que por suerte para nosotros fue riesgoso, pero nunca sentí eso. Nuestra vida creo que no corría tanto peligro.
- ¿Qué nueva cobertura te espera mañana?
- Mira, ahora estoy en Buenos Aires organizando todo para irme a Holanda y de ahí a Afganistán para hacer un trabajo allá. Mi intención es hacer una nota sobre cómo está el país dos años después de la toma del poder de los talibanes. Ese es un poco el proyecto próximo más cercano. Siempre lo que viene es lo importante, es en lo que hay que focalizarse. Me gustaría volver a Rosario, lógicamente. Me gustaría darle seguimiento a la historia. Ahora vivo en Argentina, después de 18 años, y siento que puedo reportar más en mi país y puedo trabajar más por estos lados. Pero después es muy difícil programarlo. Como periodista muchas veces tengo ideas de lo que puedo hacer en un año y después aparecen otras cosas completamente diferentes.