Sobre una placa de madera montada sobre caballetes reposa un Querubín de bronce. Durante muchos años supo ser uno de los principales atractivos de la fuente de la plaza Buratovich. Pero desde hace un tiempo el municipio decidió retirarlo y preservarlo como el único original que quedó en pie.
Al lado de la escultura angelical, hay otra mesa con tres réplicas. Todas tienen algún grado de vandalismo. Una quedó directamente descabezada, otra perdió su brazo y la restante cuenta con un implante hecho recientemente y que todavía no fue pintado del color original.
“Estas son réplicas en resina, pero se creen que son de bronce y las rompen igual”. El que habla es Víctor Lavinia, subdirector general de Arquitectura de la secretaría de Obras Públicas de Rosario. Junto con Cristian Vivas, director de Restauraciones de la municipalidad y Manuel Casal, coordinador del taller donde se restauran las esculturas, tienen a cargo una difícil misión: preservar el patrimonio público de la ciudad.
El robo de piezas bronce y los actos de vandalismo en el espacio público no es algo nuevo, hace más de 30 años que la municipalidad cuenta con un área específica destinada a la restauración de las obras de arte que decoran el espacio público. Pero en el último tiempo esto se fue incrementando notoriamente.
Al taller llegan las esculturas que pueden desmontarse y trasladarse. Pero hay otras que son fijas y a las que el equipo tiene que acudir para reparar en el lugar. “Acá se hacen restauraciones y puestas en valor de todo lo que son esculturas, placas, bustos y otros elementos que principalmente hay en las plazas”, explicó Vivas a Rosario3.
En las distintas mesas de trabajo donde los especialistas intervienen las obras o producen nuevas, hay objetos distintivos. “Estas son las famosas águilas que decoran el alumbrado frente a Derecho. No sé cuántas veces ya las vandalizaron. Tenemos la original y vamos haciendo las réplicas, quedan idénticas”, repasó Lavinia.
La mayoría de las obras originales que están en el taller se utilizan para hacer los moldes de los que salen las réplicas hechas de productos sin valor comercial. Luego quedan exhibidas al lado de las copias para poder comparar y determinar si el trabajo quedó bien hecho.
El nivel de similitud entre original y copia es tal, que en algunos casos los propios encargados dudan de cuál es la obra genuina. Ese perfeccionismo es el que también confunde a los delincuentes, que rompen la escultura pensando que es bronce y se terminan decepcionando cuando descubren que no.
“En un momento les poníamos carteles aclarando que son réplicas sin valor comercial. Pero alguno se robaba el cartelito y después venía otro que se pensaba que era el original y se robaba la réplica”, cuenta con cierta frustración Casal.
El joven a cargo del taller asegura que “prácticamente no queda casi nada original en bronce. Todo fue reemplazado. A lo mejor si los que roban leen la nota dejan de llevarlas”. “Los originales están al resguardo de la municipalidad, en la calle quedan solo réplicas”, agregó Lavinia.
Además de las esculturas, en el lugar también se hacen copias de ornamentaciones y de las placas de bronce que suelen ponerse bajo monumentos o esculturas con información de las mismas. “Es lo más común que se roben o vandalicen. Por eso traemos las placas originales acá, hacemos un molde y volvemos a poner la réplica de resina”, explicó Vivas.
Si bien no pudieron precisar un número de piezas que restauran por mes, ya que todo depende del grado de destrucción y del nivel de dificultad que connleva cada trabajo, estiman que por año llegan a hacer entre 100 y 150 restauraciones. “Terminás y la vandalizan, o la pintan, o la rompen”, reconoció con cierta resignación el director de Restauraciones.
Durante el primer semestre del 2023 se enfocaron en el trabajo de puesta en valor de las fuentes ubicadas en distintas plazas de la ciudad. “Tuvimos que cambiar todos los picos de bronce de las fuente, n quedó ninguno. Ahora ponemos de termofusión, aunque también los rompen para intentar robar”, agregó nuevamente Lavinia.
Pese a la demanda que tienen y los reiterados hechos delictivos que los obligan a empezar de nuevo constantemente, los tres reivindican la importancia de que haya esculturas y obras de arte en el espacio público. “En un momento se habló de poner rejas, pero lo cierto es que eso no los frena porque rompen igual y también se pierde la gracia del espacio público”, detalló Casal.
“Nos parece que hay que apuntar un poco más por el lado de la educación. Visibilizar el trabajo que se hace y que la sociedad aprenda a cuidar las cosas que hay en el espacio público, porque después nos terminan costando a todos”, concluyó el joven.