Después de 139 años, un equipo de arqueólogos de Egipto logró resolver el enigma de "la momia de la mujer que grita": el cuerpo de una princesa de hace 3.000 años encontrado en en 1881 con una expresión muy particular en su rostro: la boca abierta en una aparente mueca de dolor.
El célebre egiptólogo Zahi Hawass, exministro de Antigüedades de Egipto, realizó una tomografía computarizada a la momia encontrada en una de las tumbas del complejo funerario de Deir el-Bahari , cerca de Luxor, donde sacerdotes escondieron momias de dinastías anteriores para evitar saqueos. Según indicó Hawass en su página web, la mujer tenía unos 60 años y murió de un ataque cardíaco repentino.
Los análisis revelaron que la víctima sufría además de aterosclerosis severa: una enfermedad degenerativa que estrecha las paredes de las arterias y limita el flujo de sangre a los órganos y a otras partes del cuerpo.
La momia también tiene las piernas cruzadas y la cabeza inclinada hacia la derecha, una postura inhabitual por lo que los arqueólogos suponen que el cadáver de la mujer no fue descubierto hasta horas después de su muerte, cuando ya había desarrollado el rigor mortis.
"Los embalsamadores probablemente momificaron el cuerpo antes de que se descompusiera o se relajara. Por eso no pudieron cerrar la boca o colocar el cuerpo acostado, como era habitual con las otras momias", señaló Hawass.
La momia había sido encontrada envuelta en lino, y con un escrito que la acompañaba en idioma egipcio de entonces, que decía: "La hija real, hermana real de Meret Amon".
Según indicó Hawass, existieron varias princesas con este nombre. Una fue la hija del rey Seqenenre del final de la XVII Dinastía (1558-1553 a.C.), y también Meret Amun, hija del rey Ramsés II (1279-1213 a.C.) de la XIX Dinastía, según publicó TN.
Basándose en las técnicas de embalsamamiento, el doctor Hawass cree que lo más probable es que la princesa fuera la hija del rey Seqenenre.