Débora Giorgi renunció a su trabajo en la secretaría de Comercio Interior. La segunda del secretario de Comercio Interior Roberto Feletti, que esperaba su designación oficial y técnica como subsecretaria del área, dio un paso al costado en las últimas horas. La información fue confirmada por el entorno de la exfuncionaria.
No es la primera fricción en el área: la semana pasada, el ministro de Producción, Matías Kulfas, desautorizó públicamente al secretario de Comercio Interior, en relación con las retenciones. Puso paños fríos y aseguró que "hasta el 31 de diciembre se seguirá con los mecanismos vigentes".
Giorgi, de reconocida trayectoria en la función pública, era quien se había encargado en las últimas semanas de custodiar celosamente el plan que puso en marcha Feletti sobre el congelamiento de precios. De manera permanente, con buenos tratos y conocimiento de las distintas áreas productivas, su insistencia permeó en los sectores de la dirigencia empresarial. Su recomendación: que no se disparen los precios.
Además, otra de sus tareas en la distribución de las distintas actividades encarada por la secretaría era la de llamar, convocar (y convencer) a quienes timonean los principales frigoríficos, muchos de ellos ligados a la exportación como también los que realizan la faena para consumo interno.
Pero esa tarea cotidiana de permanente fricción nada habría tenido que ver en su salida. En rigor, de excelente relación con Feletti, la decisión la habría tomado la propia Giorgi cansada de diversos “destratos” de carácter burocrático provenientes de la conducción ministerial que ejerce Matías Kulfas, el ministro de Desarrollo Productivo, de quien depende el área de la Secretaría de Comercio Interior.
La oficina de la Secretaría de Comercio Interior es considerada una especie de ministerio dentro del propio ministerio de Desarrollo productivo, ya que el objetivo central de esa área da de lleno con el problema principal que enfrenta el Gobierno en materia económica, esto es, el control de precios en el marco de una violenta suba en el registro de los alimentos que forman parte de la canasta básica y cuyo incremento, muchas veces incluso por encima de los niveles promedio de inflación, termina impactando de lleno en los números de pobreza e indigencia.
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