El viernes 7 de enero del 2022, Noel compartía con varias personas el festejo de cumpleaños del hijo de una amiga en la vereda de Felipe Moré y Esquiú, en barrio Empalme Graneros, pero una noche de encuentro y alegría en pleno verano se transformó en una pesadilla con la que todavía convive más de un año después: fueron atacados a balazos por dos personas desde una moto y ella recibió tres disparos. Necesita volver a operarse, pero por la burocracia hace más de 6 meses que espera por una cirugía de reconstrucción maxilar.
A eso de las 22, estaban comiendo choripanes cuando vio venir a una moto de frente que “largaba fuego”. Ese fuego no era otra cosa más que tiros saliendo de un arma. Su amiga se dio vuelta, vio la misma escena y les gritó a todos que se tiren al piso porque les estaban disparando. Cuando se estaba agachando, Noel sintió un impacto y un ardor insoportable en la cara. “Tenía la boca totalmente destrozada”, recuerda.
En total recibió tres balazos: uno le entró por la pera, le atravesó el cuello y salió por la parte posterior, otro le quedó alojado en la clavícula y otro le perforó de lado a lado la muñeca.
Sus propios amigos la llevaron lo más rápido que pudieron al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca) y permaneció internada hasta la mañana del sábado, tras recibir el alta médica luego de las primeras atenciones para detener el sangrado. Para su fortuna, ninguno de los tiros le tocó órganos ni partes vitales. Se salvó de milagro, pero al terror que experimentó en carne propia esa noche se le sumó el calvario que empezó a vivir por las heridas.
Es que la bala que le traspasó el cuello le dejó graves secuelas. Por eso la operaron una primera vez en la boca, donde todavía tiene alambres, y tuvo que volver a pasar por el quirófano por una infección. “Me abrieron abajo del mentón y tuve un proceso de dos meses de infecciones”, le cuenta a Rosario3.
Todavía le queda una última cirugía, la tercera, que es de reconstrucción maxilar. Le tienen que poner una malla, sacarle hueso de la cadera y volver a armarle la mandíbula. Noel espera desde junio del año pasado que se concrete. Primero, las demoras fueron para hacerse estudios —particularmente una tomografía en el Heca— previos a la operación, pero los días y meses pasaron y todavía no sabe cuándo será.
En noviembre presentó los papeles que le solicitaron en el Heca para fijar una fecha y en diciembre le hicieron el estudio socioeconómico en el Policlínico San Martín. Ya pasaron casi seis meses —a partir de agosto— desde que empezó con los trámites y pasos previos a la operación.
Según explicó la víctima y pudo confirmar Rosario3, la demora se debe a que hay ciertos materiales para la cirugía que deben ser autorizados desde Nación. “A veces tardan meses”, reconocieron desde el Heca.
Mientras tanto, esta mujer de 40 años, que un mes atrás sufrió la dolorosa pérdida de su hijo de 19 a causa de una enfermedad, hace las dos únicas cosas que puede hacer, reclamar y esperar. “Solo necesito terminar con todo esto, quiero terminar con esta pesadilla”, dice en tono de súplica.
Del feroz ataque a balazos poco se supo. Según cuenta Noel, no hubo detenciones y la investigación quedó trunca. Ella tampoco sabe quiénes fueron ni las razones. Su caso desnuda lo que viven muchas víctimas de hechos violentos en la ciudad, en algunas ocasiones envueltas en ataques dirigidos a otras personas o con los que no guardan relación directa.