En octubre de 2002, diez meses después del asesinato de Claudio Pocho Lepratti durante la represión policial de diciembre de 2001, compañeros del ex militante de ATE e incansable trabajador social y religioso crearon una biblioteca popular en barrio Tablada y le pusieron su nombre. Para el primer aniversario de su crimen, convocaron a quien quisiera escribir sobre él. La idea era hacer una revista pero tuvieron que armar un libro por la avalancha de textos y papelitos que les llegaron. El trabajo se llamó “Pocho Vive!” y se agotó al poco tiempo. Ahora, por los 20 años, presentan la quinta edición de esa obra colectiva con nuevos materiales.

“Esta reedición es un aporte más al trabajo de memoria colectiva sobre quién es Pocho, un símbolo de resistencia, lucha y trabajo con las infancias y juventudes de nuestro país, y una forma diferente de establecer encuentros, con una escucha siempre abierta”, dice a Rosario3 Carlos Núñez, uno de los fundadores de la Biblioteca Pocho Lepratti.

Sobre el significado de estos 20 años, ensaya: “Es el rescate de la lucha de los familiares de la víctimas de 2001 que supieron seguir pese a la construcción de impunidad que tejió el poder judicial de Argentina. Es también la multiplicación de resistencias contra un modelo que insiste con invisibilizar prácticas organizativas diferentes a las tradicionales”.

Carlos llama a “reflexionar sobre logros y flaquezas de esta democracia que cumple 38 años desde su recuperación” y por lo tanto a “repensar el 2001, desde lo político y también desde lo que sentipensamos las organizaciones”. Pide no reducir la democracia a solo votar cada dos años y resalta “los 20 años de una gesta que nos interpela porque como dijera Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, «o inventamos o erramos»”.

Una doble presentación

 

La primera impresión del libro fue en febrero de 2005 y la cuarta en junio de 2009: hacía 12 años que estaba agotado y esta edición de UNR Editora viene a llenar ese vacío y recircular las palabras y las historias.

La presentación se realizará el próximo martes a las 18.30 en la Facultad de Humanidades. Ya se puede encargar a la Biblioteca Pocho Lepratti. Habrá, además, un PDF online gracias al trabajo del Área de Extensión y Territorios y la Editorial de la universidad local. Se podrá descargar, desde ese día, de forma gratuita en la web de la UNR Editora.

La recopilación se actualiza con un nuevo prólogo, un texto sobre la creación y el trabajo de la Asamblea del 19 y 20 de diciembre (que tomó la posta de la Comisión Investigadora no Gubernamental), una crónica sobre la impunidad y los 20 años de resistencia desarrollada por las distintas agrupaciones que surgieron post 2001 y un ensayo del politólogo Diego Sztulwark.

El frente de la biblioteca en Chacabuco 3085, barrio Tablada.

Majo Draperi, actual presidenta de la Pocho Lepratti, es autora del texto sobre la Asamblea del 19 y 20, a la que definió como “un espacio que conformamos junto a otras organizaciones, familiares y víctimas que tiene mucho de la impronta de lo que se ha construido a partir de 2001 en Rosario, para pensar la cultura, la política y la vida”.

También agradeció el apoyo de la UNR para poder lanzar esta quinta producción que, como biblioteca popular, “es una herramienta para seguir promoviendo la lectura y construir la memoria colectiva de lo que sucedió hace 20 años”.

Otra pedaleada contra el olvido

 

“A dos décadas del 2001, nos duele el desamparo en el que han quedado las familias del 19 y 20, doblemente víctimas del accionar del Estado, que asesinó con balas de plomo a sus seres queridos cuando salieron a buscar un plato de comida y que, veinte años después, continúa ausente en cualquier tipo de reparación y acompañamiento que les permita salir de la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran”, dice el prólogo de esta edición 2021.

“La deuda es enorme”, define al hablar de los padres, hermanos e hijos de las nueve víctimas en Santa Fe (seis asesinados en los barrios de Rosario): Claudio Lepratti, Yanina García, Rubén Pereyra, Walter Campos, Ricardo Villalba, Juan Delgado, Marcelo Pacini, Graciela Machado y Graciela Acosta.

A Pocho lo mató un policía de un tiro en la garganta mientras pedía desde el techo de la escuela Serrano de Las Flores que no dispararan porque había chicos comiendo en el interior. Los otros cinco asesinados en los barrios de la periferia fueron Walter Campos (un chico de 15 años ejecutado por un francotirador de las TOE), Yanina García, Rubén Pereyra, Ricardo Villalba y Juan Delgado. A Graciela Acosta también le quitó la vida una bala de plomo policial en Villa Gobernador Gálvez (Graciela Machado se descompuso en el marco de corridas y represión en esa localidad). El homicida de Marcelo Pacini fue un comerciante en la ciudad de Santa Fe.

Pocho y el reclamo de justicia en el estudio de Radio La Hormiga (Rosario3).

“Este libro intenta ser otra pedaleada contra el olvido, un granito de justicia colectiva, un abrazo de hormiga frente al sabor amargo que nos deja la muerte y la impunidad de Carlos Alberto Reutemann. No pudieron: Pocho vive”, cierra la presentación.

Sin almanaque para el 19 y el 20

 

“Allí donde la revolución no triunfa, no se producen alteraciones en el almanaque. Los días 19 y 20 de diciembre de 2001 no son días feriados, no gozan de reconocimiento oficial como jornadas de duelo ni como jornadas de lucha. Su genealogía es más la del 29 de mayo del 69, que la del 17 de octubre del 45. Fechas que no fundan estado y que por tanto son percibidos como modalidad deficitaria de lo colectivo, que no llegan a decantar liderazgos, aunque sí, quizás, a volver perceptibles nuevos modos de lo popular”, inicia Diego Sztulwark sus apuntes.

El docente y coordinador de grupos de estudio sobre filosofía y política sigue: “Lo que se reprocha a 2001, lo que no funciona en definitiva con esa fecha y lo vuelve un episodio históricamente imperfecto es el no estar asociado a la esperanza y a la síntesis, valores sin los cuales el orden fracasa. 2001 alcanza ese rango de aceptación, permanece asociado con todo lo que es crisis sin solución, angustia y hasta desesperación. Las luchas, la pasión y las resistencias de 2001 no son recuperables por fuera de ese fondo o tejido, a esa falta de mediaciones que solemos atribuir a la experiencia pura, sin forma -política- aceptable y duradera”.

Un hilo hecho de libros

 

En la pared de Chacabuco 3085, en barrio Tablada, al inicio de la zona sur, hay una cara de Pocho pintada. Cuando la puerta se abre, las hormigas van al patio del jardín de infantes o a la biblioteca o suben por la escalera donde está el estudio de radio, o por la otra, donde se dan los talleres de oficio. La Biblioteca Popular Pocho Lepratti celebra los 19 años cumplidos con la quinta edición del libro.

Carlos Núñez es uno de los fundadores y coordinador del espacio. Lo conoció a Claudio en 1999 cuando realizaban talleres para trabajadores desocupados en un centro de capacitación de ATE por calle Corrientes. Carlos es psicólogo y junto a Pocho armaron un grupo de pibes y padres sin trabajo. Venían de lugares distintos. Al principio, le hacía ruido el discurso religioso, o cristiano de base, pero después lo entendió. “Para él la misa es una mesa a la que nos sentamos”, resume dentro del estudio de FM La Hormiga 104.3.

Cuando lo recuerda, empieza en tiempo presente y después se corrige para hablar en pasado; o al revés. Dice varias veces que lo suyo era “la manera” de hacer: “El acercamiento desde el afecto. Escucharte. Impulsar la reunión pero no ser el que la maneja. Hacer una pregunta para que hablen los otros. Un facilitador”.

En la ficción del tiempo, diciembre cierra un año. El de 2001 fue trágico y al mismo tiempo un nuevo inicio. Aquel grupo de los talleres de ATE, cuando se quedó sin lugar físico, decidió seguir por su cuenta. Vendieron empanadas y armaron peñas para juntar plata.

–¿Y qué hacemos?

–Podríamos hacer un espacio de apoyo escolar.

–O un taller de dibujo.

–A Pocho le gustaría mucho una biblioteca –dijo Carlos en esa reunión. Le contó al resto que a Claudio se le metían en la casa de Ludueña y se llevaban los únicos objetos que atesoraba: libros.

Se pusieron de acuerdo enseguida y en agosto alquilaron una vivienda en Tablada. Se lanzaron como casa comunitaria hasta juntar el mínimo de 500 libros y unos 300 socios. Tuvieron estatuto, comisión directiva (se sumó Rubén Naranjo, referente de los derechos humanos) y el 18 de octubre prepararon la fiesta de lanzamiento formal.

Aquel día venía tormenta pero hubo cruces de sal en el piso, enterraron huevos y alguien le habrá pedido a San Pocho. La lluvia pasó de largo y salieron la sangría y los sandwichitos de tomate, lechuga y huevo (los no enterrados). Entre los invitados, uno especial llegó desde Entre Ríos: Orlando Lepratti, el papá de Claudio. Para el primer aniversario del 19 de diciembre, convocaron a todos a escribir y así nació la idea del libro.

Orlando Lepratti y una pregunta viva

 

Orlando Lepratti venía de Concepción del Uruguay a Rosario porque participaba de la comisión investigadora. El último viaje de diciembre de 2004 es muy significativo. En la biblioteca habíamos hecho una actividad para pasar el video de Pochormiga y de pronto lo vi a él sentado en una silla como a un espectador más. A lo Pocho, escuchando”, recuerda Carlos Núñez.

Orlando le contó que había llegado antes de los actos del 19 y 20 porque quería recorrer los distintos lugares por donde había andado su hijo: ir a la escuela de Las Flores, a Ludueña, a la casa donde dormía, al gremio. Después de la marcha para pedir justicia frente a Tribunales, la madrugada del martes 21 de diciembre de 2004, el papá de Claudio se tomó el colectivo para volver a Concepción. A la mañana, cuando llegó, el corazón le dijo basta.

Dos meses después, en febrero de 2005, el libro “Pocho vive!” se presentó y los dos mil ejemplares se agotaron en días. Hubo una segunda edición de urgencia en mayo: otros mil. Recorrieron facultades, bibliotecas y sindicatos de todo el país.

También participaron de ferias y recitales, sobre todo de León Gieco, que con su “Ángel de la Bicicleta” nacionalizó la figura de Pocho. Era el cuarto año de la impunidad por los asesinatos y al mismo tiempo se generaba una avalancha de memoria, verdad y justicia: el documental “Pochormiga” de Francisco Matiozzi, la murga y el carnaval, el Bodegón Casa de Pocho, los murales de Arte x Libertad, la Calle Pocho Lepratti y las pintadas infinitas en las paredes sustentaron una movida social y cultural, quizás la más potente de este siglo en Rosario.

En Tablada, la Pocho Lepratti nunca dejó de recibir libros donados. “Los compartimos con otros. Tenemos 18 mil y nos quedamos sin lugar. Podríamos tener 50 mil con todo lo que nos traen”, cuenta Carlos rodeado de esos estantes.

El espacio popular lo sostienen entre 30. Un jardín de infantes para 22 niñas y niños. Talleres de ajedrez, apoyo escolar, guitarra, juegos y cuentos para 25 chicos y chicas de la segunda infancia. Cuatro oficios para unos 60 jóvenes: mosaiquismo, serigrafía, sublimación y encuadernación. En la pandemia sumaron una olla popular y hasta fueron centro de vacunación con la propuesta: una dosis, un libro de regalo

Hay mensajes que se condensan como si alguien los moldeara. Resulta que los pibes y las pibas, cuando se acercan a la biblioteca, a ver si el taller se hace o si vino la seño, no preguntan si el taller empezó o si la seño ya llegó. Lo que dicen es: “¿Hay Pocho hoy?”.