El domingo 8 de agosto cambió el tiempo. El día anterior había sido primaveral y el aire estaba cargado de tibieza, pero durante la siesta el cielo se puso gris y empezó a soplar viento frío. Pasadas las 20, en bulevar Rondeau al 4100, Marta habrá cruzado los brazos enfundada en su campera mientras esperaba el colectivo que la llevaría de regreso a su casa, más precisamente, la de su hija Eliana, con quien vivía hace 5 años. También ese día les cambió la vida a esta familia oriunda de Salta: Marta quedó en medio de una balacera contra una concesionaria de autos y todo indica que la conmoción que sintió le provocó un paro cardíaco.
Las balaceras que se multiplican día a día en Rosario escriben a fuego historias de pérdida y desolación. Las perforaciones en los muros de las viviendas atacadas develan los destinos de herida o muerte de blancos humanos. Así, el fallecimiento de Marta Agüero es la foto extrema de la misma violencia que ninguna campaña ni gestión parece poder desgastar. Una mujer asustada que corre en búsqueda de refugio, un corazón desbocado que no aguantó tanto.
“Mi mamá tenía 62 años, trabajaba cuidando a una señora en zona norte, a metros de la parada de colectivos donde la encontraron muerta. Murió por el susto que le provocó la balacera contra la concesionaria”, indicó su hija Eliana a Rosario3, a poco de cumplirse un mes del deceso. “Hace 5 años le pedí que viniera a vivir a Rosario conmigo y mi familia, nosotros somos de Salta. Y se vino y aunque no era necesario ella quería trabajar, era muy independiente. Me decía que con trabajo nos había podido criar a mi hermano y a mí, entonces por qué dejarlo. Y se consiguió este trabajo en la casa de la viejita. Iba en colectivo desde zona sur donde vivimos hasta zona norte, ingresaba el sábado tipo 20 y se iba el domingo a esa hora aproximadamente”, contó. El regreso también lo hacía en colectivo. “Viste que la gente grande no quiere molestar, y ella no quería saber nada con que mi esposo sacara el auto y la fuera a buscar, era imposible convencerla”, comentó dando claves sobre la personalidad de su madre.
“Ese día fue fatal”, resumió sobre el día en que Marta falleció. El 7 de agosto, un día antes, Eliana había cumplido años. Su mamá le dijo que iba a ir a trabajar igual, «vos pasala lindo con tus amigas, yo me voy con la viejita, y vos quedate tranquila». Al otro día, la llamó para saber cómo había salido el festejo y fue entonces que la hija le ofreció pasar a buscarla debido al descenso de temperatura. Sin embargo no pudo ser: “Era tan independiente, no quería que la vayamos a buscar. Entonces le dije que la esperábamos en casa, que le guardaba la comida”, continuó con suma tristeza.
Una hora después, comenzó el momento más oscuro. “Cerca de las 21 me llama una chica y me dice que mi mamá se había descompensado pero que estaba bien, que habían llamado a la ambulancia”, reveló. En ese instante pensó que la mujer podría ser aquella que a veces esperaba el colectivo junto a su madre cuando coincidían en su horario de salida del trabajo. Algo nerviosa y preocupada, Eliana decidió comunicarse con el hijo de la señora a quien cuidaba, ya que vivía a un par de cuadras, a fin de ganar tiempo: todavía tenía que despertar a su esposo y al más chico de sus hijos para que la acompañen.
“Había mucho tráfico. El patrón no atendía más el teléfono, pero yo no me imaginaba lo peor”, expresó sobre ese viaje de una punta a la otra la ciudad que terminaría tan mal. “A lo lejos vi un patrullero y por un momento pensé que le habían robado. La veía en el piso. Me bajé y se me acercó un policía, recuerdo que le grité »es mi mamá«. Y me dieron la peor noticia”, deslizó. Y enseguida aclaró: “Mi mamá tenía una cardiopatía por la que se medicaba pero no tenía stents puestos, no sé de dónde sacaron eso. Tomaba su pastilla pero hacía una vida normal iba y venía para todos lados, siempre muy activa”.
Marta fue encontrada a unos 5 o 6 pasos de la parada de colectivos, según precisó su hija: “Mi mamá le tenía miedo a los ruidos. La gente del Sies nos dijo que había tenido un paro cardíaco, salió corriendo, cruzó una cortadita. Se asustó y sufrió un paro cardíaco, le hicieron RCP pero no hubo forma, hasta le pusieron oxígeno. Tuvimos que esperar 4 horas a que levanten el cuerpo”, expresó cargada de angustia. “Mi mamá salía de trabajar y como otros viejos más se murió. El miedo es tremendo, nunca pensé que nos iba a pasar algo así”, consideró.
“Mi vieja estaba feliz de la vida, se movía de acá para allá, cuidaba a los chicos míos, manejaba el celular. Me decía siempre «¿Por qué no puedo seguir trabajando?« y así lo hacía cada fin de semana”, remarcó. Ahora, a poco de cumplirse un mes de esa noche terrible, aseguró: “Siento impotencia y bronca, nadie nos llamó, ningún funcionario ni político, ni un fiscal preguntó por lo que había pasado”. Y concluyó: “Un tiempo antes había ido a una marcha por el crimen de El Oso, porque me movilizaba mucho su mamá, y después nos tocó a nosotros”.
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