Luego de una demora prolongada y regrabación del discurso, el flamante ministro de Economía, Luis Caputo dio a conocer el decálogo de medidas económicas que el Gobierno Nacional encarará a la brevedad.
Su discurso se estructuró en cuatro partes: el estado de cosas, el plan de acción, el futuro inmediato y la promesa del logro a largo plazo.
Dentro del estado de cosas, el ministro escogió algunas frases que denotan la idea de situación límite, tales como: “la peor herencia de nuestra historia”, “el mayor problema es el déficit fiscal”, “estamos ante una catástrofe”, “somos adictos al déficit”, “si no actuamos ya, vamos hacia una hiperinflación”, “se prevé una inflación anual de 15 mil%”, “la leche que hoy cuesta 400 pesos pasará a costar 60 mil”.
Frente al panorama de la economía nacional descripto en esos términos, el ministro avanzó hacia la segunda fase de su discurso, en la que enumeró las diez medidas para “neutralizar la crisis y estabilizar las variables económicas”, descriptas como necesarias para “sincerar” en el caso de las tarifas, la energía y el dólar, para “detener” la emisión monetaria y “solucionar de raíz el problema de nuestra adicción al déficit fiscal en los últimos cien años”.
Una vez enunciadas las medidas, el ministro mencionó muy brevemente lo que les espera a los argentinos en los próximos meses. Aunque no especificó plazos de ejecución de las medidas enumeradas, el presidente Milei ya había anticipado que “no habrá gradualidad”.
En este tramo, Caputo fue breve y escueto: “Estaremos peor a corto plazo”, deslizó para rápidamente pasar al último párrafo de su discurso y la promesa final (único momento en el que el ministro abandonó el rictus adusto y amagó con un gesto cercano a la sonrisa): “Si hacemos los deberes, permitámosnos soñar con ese gran país que hace cien años el mundo entero admiraba”.