¿Los chicos pueden tener celular propio? ¿A qué edad? ¿Hay que dejarlos jugar on line? ¿Qué hacer si un hijo o hija apuesta? El uso de la tecnología genera numerosos interrogantes, más aun, si se trata de niños y adolescentes. Aunque se ha naturalizado ver a un bebé mirando dibujitos mientras va en coche o viendo videos de youtube para tranquilizarse y dormir, se trata de comportamientos que deberían ser cuestionados y analizados.

A eso vino al estudio de Radiópolis (Radio 2) Lucas Raspall este viernes. El médico psiquiatra, especialista en crianzas, se refirió al uso de las tecnologías en los más chicos y explicó cómo operan los juegos en line en la psiquis. Como siempre, planteó las dificultades de abordar estas cuestiones y la necesidad de lograr equilibrio.

Padre de tres niños de 11, 10 y 5, Raspall, quien también es concejal de Rosario, se refirió a las nuevas paternidades. “Me encanta ejercer la paternidad. Los niños a la edad de los mis hijos necesitan que estés ahí, aunque estoy menos de lo que quisiera”, indicó al mencionar el complejo balance que debe lograrse entre la crianza y el propio trabajo (“hay que laburar”, ironizó). “Mi viejo volvía a las 9 de la noche y se iba antes que nos fuéramos a la escuela. Nunca cambió un pañal y éramos 5 hermanos. Eran tareas asignadas a la mujer. Hoy eso no es así, falta un poco más todavía, pero los padres también nos vamos involucrando, no solo para llevarlo a la cancha los domingos sino en la diaria”, observó.

Profesor universitario y autor de 11 libros sobre la materia, Raspall habló sobre el uso de los teléfonos celulares a edad temprana. “Mi hija de 11 años no tiene celular, soy militante de este tema. La interferencia de pantallas en el desarrollo de niños y niñas es muy grande. Vemos niños desde cero años con pantallitas viendo Pepa Pig. Hace mucho daño”, determinó. “No estoy señalando a nadie, a veces tenes 4 pibes y bueno, cada una agencia su vida como puede, pero siempre podríamos intentar acercar eso que podemos (hacer) a lo que ellos necesitan”, aconsejó y remarcó: “Son dos bordes que se tienen que aproximar”.

“Ellos no necesitan las pantallas, son obstáculos que generan dificultades para el desarrollo, por ese motivo mis hijos no tienen celulares propios, usan tres veces por semana uno viejo que hay en casa”, continuó. Sin embargo, planteó que la utilización de esta tecnología se hace inevitable, incluso desde el ámbito educativo que promueven la realización de trabajos en conjunto pero de manera virtual.

Luego, contó una experiencia personal: su hija mayor refirió varios días seguidos que en el recreo juagaba al metegol con varones. Hasta que contó con suma angustia que no se relacionaba con las nenas ya que ellas pasaban su tiempo recreativo bailando unas coreografías de las redes sociales. “Las amigas hacían coreos y ella queda al margen. «Siempre estoy afuera» nos dijo con angustia y nos quedamos congelados con su mamá. Entonces, siempre hay que estar midiendo, no son posiciones fanáticas, hay que medir hasta dónde está el beneficio y donde empieza a ser inconveniente. No quiero, pero es probable que el año que viene le regale un teléfono”, mencionó.

Lucas Raspall en Radiópolis (Radio 2)

Ludopatía

A continuación, el investigador abordó la problemática de la ludopatía entre los más chicos. “Sepamos que esto existe, cuando voy a las escuelas secundarias voy entiendo el fenómeno, hay que escucharlo a ellos para saber”, dijo sobre los alumnos. En ese sentido advirtió: “No es que le saco la cuenta de Mercado Pago y ya, no funciona así porque hay otros medios, otras billeteras”.

Raspall explicó que existen plataformas legales e ilegales. Estas últimas dominan el 70 por ciento del mercado de apuestas y tienen restricciones para que no apuesten menores. Sin embargo, “apuesta el que quiere”, aseguró.

En tanto, “el 30 por ciento de apuestas legales tienen mecanismos más difíciles, pero hecha la ley, hecha la trampa y pueden apostar también”. Y agregó al respecto: “No hay tantas barreras para que nosotros impidamos que apuesten, lo que queda siempre es la educación y la conversación”. En ese sentido, recomendó preguntarles a los chicos si apuestan y si hay chicos o chicas que conocen que lo hagan. “Todos en algún momento apuestan, lo tienen al alcance de la mano”, apuntó.

“Los chicos de 4 o 5 años vienen jugando a juegos on line que no son apuestas, pero operan a través del mecanismo que se llama sistema de recompensa cerebral que se maneja por un refuerzo de gravitación intermitente y variable. Fortnite, Crush royal, Roblocks –precisó a modo de ejemplo–. Tu hijo también juega a eso”, destacó.

Para el psiquiatra “no está mal que jueguen a eso, no es que le tenés que sacar el teléfono de la mano ni gritar, pero sí entender que operan con un mecanismo que los va premiando con un cofre, una estrellita, un personaje que hace que sigas en la partida”.

“Rápidamente accedés a un personaje, en tanto pongas tu atención en la pantalla te llega un enlace para que apuestes, el mecanismo es el mismo, ellos no interpretan que hay dinero de por medio. Es un mecanismo adictivo, busca la gratificación constante, es un mecanismo biológico, pero apostar nunca es un juego y si apostás, vas a perder. Nunca vas a ganar”, siguió.

“Incluso cuando era chico y jugaba a la ruleta en casa, ya no existe el azar porque hay algoritmo que permite un feliz”, reveló y sumó sobre eso: “Cada tanto tenés que ganar menos de lo que apostás porque si perdieras siempre te bajarías, entonces siempre te tiene”.

Y puso como ejemplo: “Tik Tok funciona igual e Instagram se modificó por eso. Skrolleas hasta que aparece el video que te gusta, capta tu atención, es un premio. Te quedás 20 segundos, lo que sigue no te gusta tanto. Pero lo que quiere Tik Tok es que vos pases el dedo, que bajes la palanca del tragamonedas, hasta que cuando estás por irte viene otro que te gusta. Podés estar así infinito, el skrolleo es infinito”.