Al margen del mediático arribo de gendarmes, de la presencia de las autoridades nacionales, de los cruces políticos y el presunto aprovechamiento partidario que derivan de la crisis en seguridad que vive Rosario y la región, la pregunta que subyace es: ¿qué hacer con el consumo problemático de drogas, la otra cara del recrudecimiento del narcotráfico en la ciudad?
"Pienso que las personas que están enfermas, lo están realmente. A la sociedad también le cuesta entender esto", dijo Betina Zubeldía, representante de Madres Territoriales contra las drogas, en diálogo con Radio 2.
La integrante de la ONG que lucha contra la drogadicción realizó una cruda y brutal pintura en el programa El Contestador de lo que pasa en los barrios vulnerables: "Hay muchísimos chicos que consumen esta porquería, que mezclan con bicarbonato, con virulana, la "pipean"; como decimos nosotros, las luciérnagas"
Las luciérnagas es una denominación metafórica pero a la vez muy visible: "Cuando te asomás a la noche en los barrios vulnerables ves esas lucecitas por todos lados. Fuman la cocaína mezclada en pipas improvisadas y se queman las bocas, también las manos, a tal punto que ya no tienen huellas digitales. Las prenden con un encendedor y entonces ves como se prenden y se apagan esas luces en la oscuridad de la noche".
Hay estadísticas que explican que a medida que avanzó el consumo de cocaína fumada en pipa, también crecieron los robos de picaportes en casas particulares, de placas de cementerios y cables.
Les dicen "piperos" o "zombies". Los chicos, muchos de ellos menores de edad, tienen un deterioro de salud muy acelerado: "Es muy triste ver a todos esos chicos sentados en las calles prendiendo los encendedores a modo de luciérnagas. Su parte mental queda totalmente estropeada, las madres se nos acercan para decirnos que sus hijos son zombies. Los padres no saben como abordar a sus hijos porque están armados en sus casas", explicó Betina Zubeldía.
Consultada por una posible solución o sobre cómo abordar esta problemática, la respuesta también fue directa: "Primero propondría controles en los puertos, ver de donde viene el lavado de dinero. Lo que nos mata no es la droga, es la corrupción", dijo Betina.
Y agrego: "Luego, haría una fuerte inversión en prevención porque quizá no podamos salvar a un chico de 30 años que ya lleva 17 años de consumo o más, pero sí se puede ayudar a los de 8, a los de 5 y a los que están por nacer. Sabemos que hay chicos que nacen con síndrome de abstinencia por el consumo de sus madres".
Para el final, Betina dejó una experiencia reciente: "Ayer estuve muy shockeada y eso que escucho cosas tremendas todos los días. Estábamos en Vía Honda y se me acercó un chico muy lindo, de ojos claros, que estuvo trabajando con nosotros y no lo conocí. Tenía los ojos hundidos, barba, la piel quemada, las manos negras de tanto "pipear", los pies con un olor impresionante: «Betina no me pude bañar, pero yo quiero prosperar. Vendo drogas y regenteo a una mujer». Entonces le pregunté si ese era su trabajo y me contestó que sí: «Estoy bien así, no sé si quiero cambiar», me dijo. Y ahí pensé que la tenemos muy difícil".
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