La masividad de la imponente marcha de estudiantes, docentes, y personas de todas las edades, en defensa de la universidad pública, volvió impracticable la implementación del protocolo antipiquete del gobierno nacional. Menos de 24 horas atrás, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, había anticipado la intención de llevarlo a la práctica.
"El protocolo tiene que ver con la realidad de la gente que va", manifestó la funcionaria en declaraciones televisivas. "Yo ya conozco más o menos el número de gente que va a ir, hay un elenco estable de gente que se moviliza", había dicho horas antes de la movilización.
La ministra dijo, además, que pensaba que podía haber una "provocación", en base a que se sumaran la CGT, la CTA y la izquierda. Y que esa "provocación" podría ser buscada "para movilizarse de aquí a la eternidad".
Pero las dimensiones de la marcha volvió impracticable el protocolo, que establece marchar por las veredas para facilitar el tránsito vehicular. Algo imposible por la cantidad de manifestantes. De hecho, hubo testimonios de bocinazos de automovilistas en favor de la convocatoria universitaria.
En la ciudad de Buenos Aires, la seguridad corresponde a las autoridades porteñas. Bullrich coordinó con su par, Waldo Wolff, pero al final de cuentas se aplicó una máxima liberal, la del laissez faire ("dejar hacer") y la marcha se desarrolló con normalidad.
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