Tras la dramática historia de abusos sexuales que reveló este jueves el periodista Juan Pedro Aleart en De 12 a 14 (El Tres) en el seno de su familia, el modisto Roberto Piazza, por cuyo nombre se identifica la ley que 13 años atrás modificó los plazos de prescripción de este tipo de delitos en la infancia, habló sobre lo difícil que es para la víctima hacer la denuncia, sobre todo si es varón. Eso mismo advirtió la propia fiscal Carla Cerliani, de la Unidad que investiga delitos contra la integridad sexual y que lleva el caso de Juan Pedro, y lo vinculó a una “cultura patriarcal”.
“La violación es una asesinato del alma, hubiera preferido que me dieran un balazo en la cabeza a que me violen tantos años seguidos. La herida del alma no la curás nunca más, tenés que tener los huevos bien puestos, como el colega”, dijo Piazza, en referencia por el periodista de El Tres y Radio 2, este viernes por la mañana en contacto con el programa De boca en boca.
Piazza, hoy de 64 años denunció en 2009 a su hermano mayor Ricardo de haber abusado de él desde los cinco a los 17, con la complicidad silenciosa de su propia familia. Al contar su historia, su sobrino Ramiro, hijo de Ricardo, contó lo mismo y Roberto lo ayudó a enfrentar los embates del proceso judicial.
En eso, creó la Fundación Roberto Piazza contra el Abuso Sexual y la Violencia Familiar y Ricardo fue encarcelado en la ciudad de Santa Fe donde murió en 2021. Para entonces ya estaba sancionada –desde 2011– la llamada ley Piazza que reformó al artículo 63 del Código Penal sobre los plazos de prescripción del abuso sexual en la infancia. Hasta la modificación, los delitos de esta índole prescribían a los 12 años de haber ocurrido aunque las víctimas fueran menores de edad; con la ley Piazza, el plazo comenzó a computarse desde la mayoría de edad del denunciante.
Para el famoso diseñador, lo más difícil para las víctimas es contarlo, hacer la denuncia. Señaló que al día de hoy conoce a hombres de su edad que no se atreven a hablar de abusos. Y, conforme pasa el tiempo, se hace aún más cuesta arriba, sobre todo poder probarlo. Destacó la importancia de la ayuda psicológica, pero reconoció también lo costoso –a veces prohibitivo– que resulta.
Tras su sanción en 2011, la ley Piazza fue modificada en 2015, y amplió aún más el tiempo de prescripción para que comience a computarse desde el momento de la denuncia.