La vida es una carrera de largo aliento y como tal tiene de todo: alegrías y tristezas; logros y frustraciones. Y un gran beneficio es que se corre con otros. El rosarino Hugo Acuña, considerado el mejor maratonista ciego del país, lo sabe bien. Un día, como él dice, se le apagó la luz. Pero luego encontró en el deporte un camino para salir de la oscuridad. Esta historia de superación tiene otra protagonista: Paola Malvestiti, la guía que acompaña a Hugo en los entrenamientos y las competencias.

Hugo perdió la visión del ojo izquierdo a los 11 años. Completamente ciego quedó a los 20. "Fue muy duro poder enfrentar la vida, así porque cuando yo era chico podía ver todo. Que se me apaguen las luces de un día para el otro me obligó a volver a empezar, volver a nacer", rememora en diálogo con Rosario3.

En ese renacimiento, a los 27 años, descubrió algo fundamental: el deporte. Fue un click, un cambio que lo ayudó a reencontrar sentido para sus días, junto con lo que él considera su pilar: la familia. Hugo, que es masajista de profesión, está casado y tiene ocho hijos. Antes de ser maratonista jugó al fútbol para ciegos en el equipo Fénix de Rosario.

Hugo pasó de un deporte de equipo a otro individual. Pero no está solo. A Paola, su acompañante, la conoció en los entrenamientos guiados por Gustavo Ramos, conocido como Cuchu, que es el entrenador de Los Cuchulinos. "Siempre me llamó la atención la gente que acompañaba en las carreras. Desde 2015 corro y pensé que iba a ser algo eventual, pero ahora no me imagino corriendo sin ellos", dice ella. 

Hugo y Paola cuenta que los entrenamientos que dirige Cuchu los ayudan a coordinar manos, pies, para ir los dos a la misma velocidad y planificando cosas en común. "Yo soy sus ojos, tengo que contarle cómo está el camino, si hay piedras, si hay gente o si hay que parar. Más allá de eso, nos contamos la vida diaria, somos compañeros", relata Paola. 

Los objetivos son ambiciosos y no se limitan a las competencias locales: "Queremos llevar la bandera de Argentina a lo más alto".

¿El próximo paso? El 2 y 3 de diciembre, en San Pedro, habrá una ultramaratón de 24 horas. Hugo y Paola se prepararon estos últimos meses para poder participar. "Esa carrera es bastante dura. Soy mamá, tengo dos niños y un trabajo, pero lo acompaño a él y a todos mis compañeros. Hay cosas que para Hugo son fáciles, pero para mí no. Pero lo vamos a intentar", dice Paola. 

Deporte e inclusión

 

Paola cree que conjugar deporte e inclusión es algo fundamental, pero que le falta aún más la difusión en medios y redes sociales. La discapacidad no está en agenda y a ciertos deportistas que quieren cumplir su sueño y participar en competencias se les hace muy difícil por falta de ayuda económica. 

Conseguir acompañantes también es importante. "Faltan más voluntarios que se quieran acercar a nuestros entrenamientos. Estamos martes y jueves en el Parque Urquiza. La idea es que estés una hora de tu vida, una vez por semana, o hasta una vez cada 15 días. Es muchísimo lo que se ayuda porque en las carreras siempre se ofrece alguna persona, pero lo importante es ir a entrenar y no somos tantos los guías que hay", comenta Paola. 

"A todos aquellos que no practican un deporte, les diría que se animen. Que salgan de ese cuartito del fondo porque la vida no se termina por una discapacidad", remarca Hugo, un maratonista en todo sentido. 

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