Con manos inseguras abrí el mail enviado por el laboratorio con los resultados de los anticuerpos. Sí bien toda la información disponible me indicaba que iban a ser favorables necesitaba la ratificación escrita, el dato concreto!
Cuando observé la palabra REACTIVO tuve una extraña sensación, difícil de relatar, que expresaba una mezcla de alegría e inmediatamente un gran signo de interrogación! me faltaba todavía ver los análisis de mi esposa para completar la tarea. A decir verdad, los leí más confiado y con mayor tranquilidad pude observar otra vez la mágica palabra, REACTIVO.
¡La pesadilla había terminado! ¿Habrá terminado?
Ha pasado más de un mes de mi segunda dosis y todavía estoy tratando de acostumbrarme a eso de “estar vacunado”. Mi vida no ha cambiado demasiado respecto al último año, sigo usando barbijo, trato de mantener el distanciamiento, no salgo mucho pero, eso sí, no me privo de abrazar y besar a mis seres más queridos de los cuales he percibido la emoción irrefrenable que nos invadió la primera vez que nuestros cuerpos volvieron a acercarse.
Sin embargo, siento que interiormente el virus ha colonizado nuestras mentes y que nos ha dejado para mucho tiempo la indisimulada desconfianza hacia “los otros”. Vayan como ejemplos nuestra postura hacia alguien que se nos acerca demasiado, tose esporádicamente o simplemente lleva el barbijo en forma descuidada.
Cómo explicar una charla con un colega, también vacunado, a quien saludé con un choque de puño y donde ambos nos mantuvimos distancia y con barbijo mientras duró la reunión. ¿Tiene lógica?
Pero no se trata sólo de una sensación personal. Ocurre que pocas veces en la historia de la humanidad se ha visto tamaña situación de desigualdad donde cientos de miles de personas se encuentran en serio riesgo de enfermar gravemente conviviendo con un minúsculo grupo que, por distintas razones, ya superaron esa instancia.
Otra vez, como en los años ochenta cuando atendía a los primeros infectados de HIV en Rosario, la vida me enfrenta a situaciones donde no hay libros que leer ni maestros para consultar. Esta nueva normalidad tan cruel de saber que “yo estoy vacunado y vos no” me obliga a una profunda meditación en búsqueda de una respuesta que la sociedad empieza a necesitar para poder aceptarla y yo siento el deber de encontrarla.
Por ahora sólo sé que mi condición de “vacunado” en nuestro país es hoy por hoy un verdadero privilegio de unos pocos y eso crea en mí una mayor responsabilidad y una íntima necesidad de comprender y asistir a aquellos con los que diariamente convivo que todavía esperan ansiosos la definitiva respuesta que, a mi manera de ver, ya está tardando demasiado en llegar.
Finalmente, debo decir que me reconfortan las cada vez más frecuentes evidencias publicadas sobre los excelentes resultados obtenidos en vacunas alrededor del mundo. Sirvan como ejemplo las publicaciones de la revista The Lancet sobre la fuerte respuesta humoral y celular de las vacunas y que corrobora JAMA (Journal of the American Medical Association) en un reciente artículo con similares resultados.
Sin embargo cada vez me convenzo más de que esa vieja y querida “normalidad”, no ha de volver por mucho tiempo y que aunque así fuera no estoy seguro ya de poder difrutarla. De algo no tengo dudas, no es tiempo de mirar atrás, un mundo nuevo nos espera, allá voy!!
*El autor de la nota es Jefe del Servicio de Clínica Médica del Hospital Escuela Eva Perón