Una ordenanza municipal sancionada en 2002 y modificada en 2015 permite viajar con una mascota dentro de un receptáculo adecuado en el transporte público, lo cual cierra la polémica que se abrió días atrás cuando una joven que subió con su gato dentro de un bolso especial a un colectivo y fue obligada a bajarse a las pocas cuadras, a altas horas de la noche.
Indira, la pasajera en cuestión, dijo en diálogo con El Tres que ni el chofer, al que acusó de maltrato, ni las agentes policiales ante las que el colectivero la denunció y luego la obligaron a descender de la unidad conocían la reglamentación.
El caso de la joven se viralizó luego de que la cuenta Rosario la ciudad subiera un video que otra persona que estaba al bordo del ómnibus filmó del incidente.
Indira contó que eran más de las 12 de la noche cuando tomó el ómnibus de la línea 101 negra para volver a su casa.
Ella acomodó el bolso con el gato sobre un asiento, marcó el boleto, y volvió con el animal. Hasta que el chofer se dio cuenta de que llevaba a la mascota y le empezó a decir que se bajara.
Como ella no obedeció, unas cuadras después subió a dos policías que la hicieron bajar.
“Era de madrugada. No había nadie en la calle”, recordó Indira. Ella dijo no tener dinero para un taxi. Las agentes policiales llamaron a uno trucho, que nunca llegó. Terminó pidiendo un Uber.
Indira contó que a los días llamó al 147 y le dijeron que el chofer hizo bien en bajarla. Pero una ordenanza de 2002, modificada en 2015, permite viajar en transporte público con una mascota siempre y cuando se la lleve en un contenedor apropiado. En este caso, el bolso especialmente diseñado, lo era. Por lo cual la joven adelantó que pedirá un resarcimiento.
Lo extraño es que, de acuerdo a su relato, que ni el chofer, ni la policía, ni tampoco el empleado que la atendió en el 147 sabían de esta reglamentación.
Tampoco en las unidades de colectivos se explica que se puede llevar mascotas y la manera en que se puede hacerlo.