La tarde muere naranja y estrellada en Rosario. El aire primaveral que sopla en pleno invierno saca a la gente de sus casas y las inmediaciones de Buenos Aires y Córdoba, rincón que suele quedar deshabitado cuando va terminando el día, aparece más despierto, como si el almanaque no marcase julio.
Cerca de las 20, a media hora de iniciada la celebración de la misa, la catedral abriga a unas 60 personas dispersas en sus múltiples bancos. Su interior conserva el frío de días pasados. El ritual religioso amplificado con micrófonos rebota y sus ecos alcanzan la calle, cada vez que se abren los portones de ingreso.
Se trata del primer martes sin Leda y su grupo de oración Soplo de Dios Viviente, luego de que la semana pasada fuera retirado de la basílica central de Rosario. Siete días atrás la postal era diferente: una multitud se congregó para asistir a la oración y a la bendición de Leda, luego de que Rosario3 y Radio 2 contaran sobre el fenómeno de fe que originó su llegada a la catedral. En medio de la conmovedora presencia de cientos y cientos de personas buscando alivio, paz y la posibilidad de renovar la espiritualidad, se anunció que era el último encuentro bajo la cúpula de la basílica.
Este martes, muchas personas que desconocían la situación, entraron a la iglesia preguntando por Leda y sus colaboradores. Se los pudo ver llegar caminando o en taxis, entrar y salir rápidamente. Una mujer quien, sentada en los escalones del templo, pide algún billete que la ayude a subsistir, recibió las consultas por la ausencia de la “sanadora”. “No, Leda no está, no están los del grupo”, decía al tiempo que señalaba la plaza como un destino posible.
La plaza
Tras el martes pasado, algunos seguidores de Leda consideraron que debían congregarse en la plaza 25 de Mayo, enfrente de la catedral, a orar para que el grupo de oración halle un espacio parroquial que les permita reunirse semanalmente y al mismo tiempo, un modo de manifestar el malestar que les causó la despedida y defender el movimiento.
Pasadas las 19, colgaron algunos carteles con el nombre de su guía espiritual escrito a mano. Eran pocos. Hicieron una ronda irregular y rezaron el rosario, de cara a las luces del templo que ya nos los cobija.
“No soy coordinadora de Soplo, soy una más de los integrantes”, se presentó Griselda ante Rosario3, tras finalizar el rezo que ella misma condujo. “Fue una idea nuestra juntarnos y crear esta fortaleza para poder ayudarla”, continuó en referencia a Leda. “Ella está muy triste y lamentamos que nos cierren las puertas de nuestra propia casa”, señaló.
“Lo único que están logrando los sacerdotes es cerrarnos las puertas. La catedral es nuestra, la plaza es nuestra, las calles son nuestras y el sacerdote de la catedral no quiere que nos juntemos en la plaza, ni en la catedral ni en las calles. Pero, nosotros somos libres en Cristo Jesús y nos vamos a seguir reuniendo”, aseguró vivaz, aunque tranquila.
Y, advirtió sobre la escasa presencia, muy notoria ante el recuerdo fresco de los cientos de personas que se amucharon en la basílica apenas una semana atrás: “El que no vino es porque tiene miedo de perjudicar a Leda”, justificó.
Por último, reveló que hace 6 años participa del grupo y brindó su testimonio de fe muy emocionada: “En la pandemia mi hijo hizo un intento de suicidio. Los médicos me dijeron que no iba a vivir y hoy camina. Trabaja, vive, es una gran persona. Me paro todos los días de mi vida en el balcón de mi casa para verlo caminar y le digo al Señor gracias, esa es la obra de dios”, concluyó agradeciendo a Leda por ser el instrumento de este cambio.
El grupo se desconcentró con la promesa de volver a reunirse en el mismo lugar en caso de no haber novedades sobre un lugar para orar y recibir las bendiciones. Un hombre y una mujer quedaron en la plaza abrazados. Ella lloraba intensamente. Varios seguidores de Leda se acercaron para consolarla. Habían viajado desde Hurlingham, Buenos Aires, sin saber que el grupo había sido retirado.
“Cuando la escuché sentí la necesidad de venir a verla con mi marido y sacar toda esta angustia. Necesitaba verla. Me enteré acá en la puerta (de la catedral) cuando escuché dije «no puede ser, por qué no la puedo ver»”, manifestó compungida. “Tengo a mi hijo que toma y está rebelde y no hay forma. Por más que le hable no hay caso, es mi hijo me duele mucho el alma, se la agarra con nosotros, no tengo más formas de hablarle. Es una angustia que siempre tengo”, agregó.
Más allá de la desazón que le produjo la ausencia de Leda, fue incorporada al grupo de Whatsapp a través del cual hicieron la convocatoria en la plaza. Se trata canal de comunicación entre los seguidores de Soplo en los que comparten oraciones destinadas a personas que atraviesan diversos y graves problemas.
Ya se había hecho de noche y en la plaza marcada por los pasos pintados de las Abuelas de Plaza de Mayo de Rosario, quedaban muy pocos rezadores. Una de ellas es Victoria, una mujer que había llegado hasta ahí con una vecina. El martes pasado estuvo en la última bendición que Leda dio en la catedral.
“Que Leda encuentre un buen lugar y seguir con la obra, sería muy bueno. Hay mucha necesidad de curación y de apoyo porque la gente está muy mal”, observó y agregó con confianza: “Me da la impresión de que algún lugar van a conseguir y si no, va a aparecer. Esto no puede quedar así, explotó y va a crecer”.
Los rezos se mezclaron con los ruidos de la ciudad, los de la catedral bajo la majestuosa cúpula y los repetidos en la plaza, elevados entre los árboles. Una calle los separa aunque tengan un mismo destino y, a pesar de que provengan de personas muy parecidas, con las mismas necesidades de creer y renovarse.