El pequeño pez
“Usted perdone”, le dijo un pez a otro. "Es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman océano? He estado buscándolo por todas partes, sin resultado”.
“El océano – respondió el viejo pez–es donde estás ahora mismo”. “¿Esto? Pero si esto no es más que agua…Lo que yo busco es el océano”, replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte. (Del libro "El canto del pájaro", de Anthony de Mello)
El pececito se fue “a buscar en otra parte” el océano que era su propia casa. ¿Qué será, entonces, este empecinamiento del ser humano de buscar casi siempre ”en otra parte” lo que tiene bien cerca, al alcance de su mano? Por eso esto de “divertidos” y/o “distraídos” expresa esa actitud tan frecuente. Significa “vertido hacia afuera” o “traccionado hacia afuera”.
De allí que las diversiones y distracciones que el “mercado” ofrece al consumidor se caracterizan por ser “salidas” y hasta verdaderas enajenaciones. Viajes placenteros, objetos de marca, tecnología, fiestas estruendosas o sustancias tóxicas, invitan a “buscar en otra parte”…afuera. Y el “océano” esperando ahí nomás, a ser descubierto, valorado y apreciado, al alcance de todos.
El acercamiento de un Dios que vino a compartir el caminar de la humanidad, se presenta como gesto revelador que devela la “trama amorosa” que abraza la naturaleza en su maravillosa diversidad y que llama a la humanidad a descubrir su inefable destino: en el propiciar y sostener vínculos de acuerdo y sintonía, en un concierto fraternal que suena desde lo más profundo y lo más bello que nos habita.
Por eso toda forma de violencia constituye la distracción más peligrosa y el “desdibujo” más grotesco de nuestra condición humana. ¡No podemos ser tan “distraídos” como para perdernos semejante Océano de Amor que nos envuelve!
“En él vivimos, nos movemos y existimos” va a testificar San Pablo. Se trata, entonces, de abrir los ojos, disponer el corazón y liberar el espíritu.