Aunque no hablen, ellos están ahí. Son mudos testigos del devenir de una ciudad que se transforma año tras año, a la que acompañan con sus flores y sus sombras. Rosario tiene "otra" población, la verde, la que purifica el oxígeno y da destellos de naturaleza en medio de tanto cemento. La que también puede transformarse en el terror de los vecinos por veredas levantadas u otras intromisiones. Son los árboles de una ciudad que aspira a tener un millón de ejemplares en 2030.
En el programa Antes de Salir (El Tres), junto a especialistas invitados de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, hicieron un repaso detallado de los datos que arrojó el censo de árboles realizado por esa casa de estudios y Parques y Paseos de la Municipalidad de Rosario, un relevamiento de las especies de árboles que existen en nuestras veredas con el fin de individualizarlas, conocer el estado sanitario de cada árbol y ver si había que hacerle corrección de poda o directamente sacarlo por tener alguna inclinación peligrosa para los vehículos o las personas.
El censo arrojó que la especie más presente en las calles rosarinas es el Fresno con 76.400 árboles. Mucho más atrás le siguen el Plátano (11.519), Crespón (10.092), Liquidambar (7686), Jacarandá (6731) y Lapacho (3435), entre las más repetidas. Cada una con sus particularidades, que fueron expuestas en diferentes programas a lo largo de una semana.
El más presente de todos: el Fresno
Con 76.400 ejemplares en Rosario, es el Fresno el más repetido de todos. Según Pablo Lotorta, estudiante de Ciencias Agrarias, el Fresno "reúne las características más buscadas en arbolado de alineación, por ejemplo que pierde las hojas más temprano que la mayoría y facilita los trabajos de poda. Es también resistente a las plagas. Y llega a buena altura en poco tiempo".
"Es un árbol de sombra que repara del viento y genera mucha producción de oxígeno. La coloración varía: en verano las hojas son verdes y cuando llega el otoño, se vuelven amarillas hasta que se desprenden. Llega a una altura de 15 a 20 metros", explicó.
Según Lotorta, "la floración ocurre antes que el follaje. Eso es particular: las flores no tienen pétalos, no son vistosas porque no se ven, pero el follaje se vuelve amarillo en otoño".
"Alcanza una buena altura en cinco años, da buena sombra. Y sigue creciendo durante mucho tiempo. Viven muchos años, varios cientos de años, depende el cuidado que se le dé. La poda influye mucho", añadió.
Con respecto a su origen, "hay muchas especies de fresno: ésta que tenemos se adaptó muy bien porque tenemos las mismas características que Norteamérica, de donde vino".
"En algún momento del año se queda sin hojas, no genera sombra en los momentos de frío y sí cuando llega el verano. El fruto y la hoja son más chiquitos y tiene como una alguita chiquita que se dispersa con el viento y por ahí puede llegar a tapar algún desagüe en algún techo", agregó.
Aunque también tienen algo malo: "Las raíces levantan un poco la vereda, aunque no tanto como sucede con el plátano".
El terror de los alérgicos: el Plátano
Este árbol oriundo del suroeste de Asia y de la zona atlántica de Estados Unidos es una especie noble, que soporta el frío, altas temperaturas o contaminación. Y que en septiembre y octubre, con la salida del fruto, desprende una especie de plumerito que vuela junto al polen y genera las alergias tan temidas en primavera.
También provoca el "colchón amarillo" tan propio de las veredas donde están radicados.
Según Lotorta, "pueden vivir más de 300 años: es un árbol longevo. El desarrollo lo alcanza rápidamente, pero a medida que aumenta el tamaño, se estanca".
"Tiene una copa amplia, por eso se usa para arbolado de alineación en avenidas y paseos, porque produce mucha sombra. Cumple un efecto favorable de absorción de carbono, por lo que cumple un rol importante", explicó.
Y cerró: "Tienen mala prensa por las alergias y porque las raíces levantan las veredas. Son árboles grandes, pero se justifica que estén donde están", manifestó el estudiantes de ciencias agrarias.
El tercero, el Crespón
Hay más de diez mil ejemplares en Rosario. Es un árbol oriundo del Himalaya, la India y Japón y tiene un gran valor ornamental. En primavera, las hojas se ponen rojas, luego pasan al verde bien oscuro y llegando a diciembre salen las flores con seis pétalos.
"Tienen una particularidad: los pétalos con ondulaciones, crespos, por eso se llama Crespón. También se lo conoce como Árbol de las Indias o Árbol de Júpiter, probablemente por el color de las flores", comentó Lotorta.
El Crespón llega a unos 4 metros de altura en Rosario, pero puede alcanzar los seis metros. La copa es redondeada y cuando el árbol está bien desarrollado, llega a un techo y se empieza a ensanchar.
Tiene dos variantes, porque también puede estar ramificado desde la base y adquirir un crecimiento arbustivo, ramificándose cerca del piso. O si no, llegar a una buena altura y luego ramificarse.
Una flor y otra flor... ¿celeste?
Hay 6.761 ejemplares de Jacarandá en la ciudad. Es un árbol autóctono, entre tantos otros como el quebracho o el ñandubay, que generan madera dura en el norte chaqueño o en Entre Ríos. Pero el jacarandá es bien de la pampa húmeda. Sus colores suelen estar en la tonalidad de los azules o los violáceos. Florece en primavera y en verano. Por eso aún está en verde.
"Es un árbol rústico, que se adapta bien al clima tropical. Más que alguna enfermedad determinada, puede sufrir algún daño de los pájaros que le hacen perforaciones, lo que puede afectar su estructura", comentó Pablo Lotorta
¿La flor es celeste, como dice la canción?: "En realidad es violeta y a medida que va llegando el verano, se torna más a un color azul oscuro. Tiene una floración espléndida, muy propia de los parques, con una flor tubulosa que encanta a muchos. Existen unas cincuenta especies".
"Los cuidados a tener en cuenta son al momento del trasplante, cuando hay que cuidar que la tierra no se encharque y darle un buen soporte, ponerle un tutor, porque puede tomar alguna forma o inclinación peligrosa. Por eso se hacen las podas de corrección, sobre todo teniendo en cuenta cuando es arbolado de alineación".
El árbol sufre extremadamente el viento, mucho el exceso de humedad y también la falta de agua. Tiene un tipo de raíz que tiene crecimiento oblicuo, que se expande en diámetro y es fácil de visualizar cuando tiene déficit de humedad: como mecanismo de defensa o pierde algunas hojas o se encogen como protección.
El llamativo Liquidambar
Originario del sur de Estados Unidos, México y Guatemala, esta variedad que tiene 7.686 árboles en Rosario es, por lo general, la más llamativa en otoño por la coloración que va del amarillo o anaranjado hasta el rojo intenso y en algunos casos hasta violetáceo. Es utilizado para paisajismo en plazas, parques y hasta jardines.
Se caracteriza por sus hojas con cinco puntas parecidas al arce y al plátano. A principios del otoño empieza a intensificar el cambio del verde hacia lo rojizo y pierde su follaje entrando en invierno, pero permanecen los frutos, unas cápsulas puntuosas que se verán colgando hasta el inicio de la primavera.
No da mucha sombra: es al principio de forma piramidal y llega a su madurez así dando escasa sombra ya que no es de los más frondosos.
¿Por qué el nombre? Liquidambar surgió del líquido que emite, una resina de color ámbar que sale desde el corcho, la corteza del árbol. Se usa con fines medicinales, sobre todo en regiones de campo. Se produce un jarabe para la caries, tratamiento para picaduras o lastimaduras. Y lo aromático es excepcional, muy usado para aromatizar casas o templos.