Argentina se encuentra en la fase cuatro del plan que ideó la administración del Frente de Todos para atravesar la pandemia global de coronavirus. Rosario lleva 18 días sin nuevos contagios y la provincia de Santa Fe ocho. De a poco el comercio y algunas actividades industriales retoman el trabajo pese a que el transporte público sigue en debate y que las personas mantienen resguardos y no han salido masivamente a consumir o desplazarse. El teletrabajo gana espacio y aceptación, lo mismo que los pagos electrónicos y los vínculos mediados por pantallas.
La nueva fase relaja el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). Entre las provincias y ciudades abarcadas aparece la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) que desde las primeras semanas se mantiene como epicentro del virus en el país. Los casos de contagio no solo no disminuyeron en su territorio sino que empezaron a crecer producto de que el virus entró en los barrios populares a partir del 17 de abril. El área metropolitana (AMBA) que pertenece a la provincia de Buenos Aires y que representa el segundo foco de infección —apenas por debajo de CABA— quedó en fase tres.
¿Cómo se justifica que el epicentro de coronavirus en Argentina relaje restricciones al ASPO con su tasa de contagios en aumento? Si bien el sociólogo Pablo Semán no se hizo esta pregunta, en el análisis que realizó sobre el falso dilema entre economía y salud y las fuerzas que lo traccionaron, se puede encontrar una primera aproximación de respuesta,
Pero por qué es importante lo que sucede en CABA y el AMBA para el resto de las provincias, básicamente porque en sus 4600 kilómetros cuadrados —un 0,1% del territorio total argentino— se concentran más de 18 millones de personas y funciona el principal centro comercial, productivo y financiero del país. De la evolución favorable de ambas regiones o su fracaso depende la suerte sanitaria y económica de las 22 provincias restantes que componen Argentina.
Esta concentración histórica de los motores económicos, políticos, culturales y de sentido que mantiene la Capital Federal y su área metropolitana, es uno de los puntos que el doctor en Ciencias Sociales Ezequiel Gatto, analizó a la hora de pensar cómo puede ser el futuro del mundo y el país post pandemia. ¿Resulta suficiente volver a una normalidad pre pandemia donde el trabajo sea el gran ordenador social? ¿Se puede pensar en formas diferentes de organización social sobre la base del un ingreso universal por el solo hecho de nacer?
En tanto el sociólogo Pablo Semán buscó imaginar un potencial nuevo orden mundial producto de los cambios que generó la pandemia en las principales democracias de occidente. En este punto Semán se preguntó sobre qué liderazgos pueden surgir pospandemia y qué posibilidades podría ofrecer para Argentina. Semán, al igual que Gatto, consideró que las formas de generar riqueza, producir y trabajar serán un tema de discusión con resultado incierto por ahora.
Por último Ezequiel Gatto se interrogó sobre los cambios que trajo la experiencia del covid-19 en la percepción de las personas con respecto a su entorno: los vínculos entre sociedad civil y política, la relación de las personas con las tramas tecnológicas que impuso el virus y la recopilación de datos por parte de privados y gobiernos entre otras cosas. A su vez Gatto expresó la incertidumbre que le produce el peso de la deuda para planificar cualquier futuro y qué efectos tendrán las medidas de emergencia sobre las poblaciones vulnerables pasado el virus.
Con el análisis y las reflexiones de Pablo Semán y Ezequiel Gatto se cierra la serie de artículos sobre “La Argentina que viene” que produjo Rosario3. Esto no significa que la discusión esté terminada, más bien todo lo contrario. Recién comienza. Y lo mismo sucede con el covid-19. Argentina, al igual que el mundo, se encuentra lejos de derrotar a la enfermedad. Incluso con desarrollar una vacuna en el corto plazo (18 meses mínimo) o un tratamiento, nada indica que la forma de organizar la vida en sociedad vuelva al estadio anterior.
El mundo se encamina a un nuevo orden como consecuencia de la pandemia y la forma que adquiera estará condicionada por las acciones de los Estados y la presión que ejerzan sus sociedades. Lograr un cambio que mejore el régimen anterior, obliga a reflexionar y pensar realidades alternativas y quienes se organicen llevarán la delantera. Retroceder o empeorar también forman parte de las opciones posibles.
Entregas anteriores:
- Una mirada desde el mundo sindical. Juan Carlos Schmid y Daniel Yofra.
- Vigilancia digital, economía gig y el rol del Estado en disputa. Natalia Zuazo y Esteban Magnani.
- Ser irrelevantes puede ser una oportunidad en un mundo sin cambios sistémicos. Andrés Malamud y María Esperanza Casullo.
- Construir un nueva economía o continuar el modelo pre pandemia. Daniel Artana y Sergio Arelovich.
- Fortalecer la atención primaria y profundizar los lazos de solidaridad. Vivana Esquivel y Damián Lerman.