El aislamiento preventivo y obligatorio transformó la vida de muchas familias. El distanciamiento físico, el cierre de escuelas y lugares de trabajo, son desafíos que nos afectan a todos, y es natural sentir estrés, ansiedad, miedo. Y esto corre también –y quizás sobre todo– para los niños y los adolescentes. ¿Cómo contarles sobre una pandemia que se cobra vidas en todo el mundo sin generar más miedo? ¿Cómo acompañarlos sin estarles encima (y no desesperar en el intento)? En fin, ¿cómo transitar el encierro en familia?
La psicopedagoga Micaela Trapani (matrícula 229) prefiere hablar de “acompañarnos”. Hablar en un plural inclusivo. Consultada por Rosario3, destacó que este período nos afecta a todos, en mayor o menor medida, y de distintas formas.
En el caso de las familias –pequeñas o numerosas–, el desafío es que cada miembro, según su rol, pueda ser un apoyo al otro.
En más chicos, señaló, el aislamiento social acarrea ciertas consecuencias: “La falta de actividad física o de juego al aire libre, no ver a los abuelos, no estar en contacto con los compañeros de la escuela, o los amigos del club, puede provocar estrés y repercutir sobre su estado anímico”.
“Las reacciones más comunes son irritabilidad, cambios de humor, aumento de las peleas con los hermanos, nerviosismo, expresión de miedos y angustias, dificultad en mantener una pauta de sueño, ansiedad”, detalló.
Para enfrentar esto en familia, las mejores herramientas, señaló, son la sinceridad, la comunicación y la división de tareas.
Sí, la división de tareas es clave. En líneas generales, los padres y padrastros son los encargados de la crianza de los niños, por eso es fundamental la coordinación entre ambos de modo tal que siempre cada uno pueda tener un tiempo para sí mismo. “Si yo siento que llegó mi límite, que me estoy desbordando: pido a mi pareja que se haga cargo un rato y me retiro, me conecto con algo que me traiga placer, disfrute, relax. Si estoy del otro lado y soy yo quien veo que mi pareja se está desbordando le brindo ayuda, me quedo y que ella o él pueda irse un tiempito”, aconsejó.
A continuación más consejos para transitar el encierro. Una guía útil que necesariamente se deberá adaptar a cada caso. Y a cada casa:
- Informar, no alarmar ni ocultar. “Los niños y niñas perciben cuándo algo no está bien o cuándo los adultos se sienten inseguros o asustados. Si no les explicamos qué es el coronavirus o qué es la cuarentena, pueden crear fantasías para compensar la falta de información. De este modo, pueden imaginar escenarios aterradores; alejados de la realidad”, advirtió Trapani. El otro extremo, el exceso de información, es igual de nocivo. “Todo lo que les digamos debe ser verdad, y por eso, si no sabemos algo, lo mejor es decirles que no lo sabemos”, agregó.
- ¿Cómo lo explico? Según la edad y madurez del niño o adolescente, hay algunas estrategias? Si no sabemos cómo empezar la conversación, podemos preguntar qué saben ellos. O qué piensan ellos que pasa. Es un buen punto de partida para despejar temores. Para niños menores de 5 años una buena herramienta es el cuento, "edulcorar" la realidad. “De ninguna manera esconder lo que está sucediendo pero sí contarles, de manera lúdica, porqué ahora la realidad es otra: porqué no está yendo al jardín, no está viendo a sus amiguitos, a su seño. Porqué ve a los abuelos o tíos por videollamada o se acabaron los asados de los domingos “, aclaró. Para niños que están en la primaria; una buena estrategia es hacer énfasis en los valores de solidaridad: "Me cuido, te cuido". Contarles poniendo la mirada en la trasmisión de valores, en la construcción colectiva, en la adaptación. “Este evento vino a mostrarnos que no siempre en la vida las cosas suceden como teníamos planeadas o como nosotros queremos”, llamó la atención.
- Para ambas franjas etáreas sirve como herramienta que luego de hablar del tema, se plasme lo charlado en papel: en palabras, en dibujos. Pero no quedarse así: tratar de cambiar de aire e impedir que se convierte en el “monotema”.
- Para niños con padres separados, lo ideal es compartir la cuarentena pero que cada uno tenga a los chicos varios días seguidos para evitar tanta circulación. “De esta forma ambos comparten la responsabilidad del cuidado, las tareas, la demanda de los pequeños. Estableciendo «turnos», que también valen para los padres que conviven”, señaló. División de tareas.
- En la medida de lo posible, tratar de mantener los horarios de comidas, sueño, baño y otras actividades diarias. Cómo con cualquier niño, el orden y la organización ayudan. Sobre todo, en el caso de los niños con discapacidad. Pueden realizar una agenda que anticipe qué harán cada día. Y necesitan un acompañamiento especial, no está de más pedir ayuda a docentes o acompañantes terapéuticos.
- Encontrar espacios de descanso y otros para realizar actividades escolares o terapéuticas.
- No exigir más de lo que se puede dar en este contexto actual. Trabajar en nuestras expectativas y adaptarlas. Resulta bien tenerlo todo controlado, pero este quizás no es el momento más oportuno. Es preferible plantear objetivos diarios y disfrutar sus logros, por más pequeños que sean.
- Buscar el movimiento o la actividad física, así sea unos minutos; sobre todo antes de comenzar a realizar la tarea, ya que la actividad física genera endorfina, hormona que interviene en el aprendizaje. Hacerlo a través de actividades y juegos controlados, tipo cosquillas, juegos de pelota, yoga.
- Escuchar música. Cualquier estilo que sea del agrado de todos pero poner mantras ayuda a relajarnos. Podemos poner meditaciones de fondo, así el ambiente invita a la paz y tranquilidad.
- Aromas en la casa. Sahumerios, hornitos con aceites y esencias. Apelar a buscar estados que favorezcan la calma incluye las distintas informaciones que ingresan por los distintos sentidos.
- Crear un entorno que transmita seguridad y confianza. Los juegos en familia, hacer actividades que el niño domine o darle pequeñas responsabilidades, como ayudar a poner o levantar la mesa, pueden hacer sentir al menor valorado y reconocido.